Los juegos de antaño aún divierten a los niños
Al suroeste de la ciudad, en las calles Guerrero Valenzuela y Gómez Rendón, Xavier Flores, de 38 años, observa con detenimiento la destreza de su sobrino Joao Flores, de 12 años, quien es un experto en hacer bailar su trompo.
Con sus manos hace el ‘vuelo’: lanza el trompo y cae bailando en su mano sin ninguna complicación. No para de demostrar su habilidad y hace otros trucos, como el ‘puente’ o ‘teleférico’, que consiste en coger con una mano los dos extremos de la piola y estirarlos.
Joao comenta que hace pocos meses le compraron el trompo, antes solo jugaba canicas, pero desde que tiene el trompo se dedica los fines de semana a jugar con sus vecinos y entre semana ve videos en internet para aprender más trucos. Añade que pocos, a su edad, juegan al trompo por haber nacido en esta época, en la que la tecnología se apodera de la niñez y adolescencia. Él se siente muy orgulloso de que su padre y tío le enseñen este juego que practicaban.
Al pequeño Joao le gustaría que se incluyeran a jugar más niños de su edad para compartir un momento ameno, disfrutar más, aprender y reforzar trucos de este juego tradicional muy interesante.
El indorfútbol callejero también es una actividad que se mantiene en el sur de la ciudad en las calles Argentina y Guerrero Valenzuela. Un equipo llamado ‘Los amigos del fútbol’ se reúne los domingos a las 16:00.
Dicen conocerse hace más de 10 años, todos son vecinos, llevan 2 años consecutivos realizando campeonatos con otros moradores del sector. Comenzaron con dos piedras como arcos, pero poco a poco, haciendo la ‘vaca’, compraron un par. Sienten la adrenalina al correr en la calle; cada vez que pasan carros hacen una pausa. Aunque muchas veces las ‘reglas’ permiten jugar entre los vehículos. (I)
Los adultos deben mantener la tradición
“El juego con canicas (bolas), trompo, las carreras en bicicletas, los palos ensebados son actividades que los niños y jóvenes de barrios populosos practicaban a menudo”, cuenta Rogelio Duarte, un habitante del barrio Cuba.
“Las tradiciones guayaquileñas no deben perderse. Se las debemos enseñar a hijos y nietos. Los jóvenes de hace 20, 30 y 40 años tenían la satisfacción de confraternizar con amigos y vecinos del sector por medio de los juegos. (I)
