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Los esmeraldeños le ponen el sabor y el ritmo a Guayaquil

Cantos, cuentos e historias se enseñan en estos sectores habitados, en mayor parte, por afrodescencientes.
Cantos, cuentos e historias se enseñan en estos sectores habitados, en mayor parte, por afrodescencientes.
Foto: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
15 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

Con la brisa fría que llega desde el  estero Salado, los esmeraldeños residentes de Guayaquil golpean los tambores y contornean sus cuerpos, orgullosos de sus costumbres y tradiciones ancestrales.

La idea es que las nuevas generaciones nacidas en la cooperativa Batalla de Tarqui, Guasmo Sur, sientan orgullo de sus raíces africanas, menciona Carmen Peralta.

“Aquí los moradores se reunen en las tardes de ocio para hablar de la necesidad de crear una casa cultural que recupere a los descarriados y encamine a los más jóvenes”, refiere la mujer, quien agrega que la comunidad es mal vista por vivir en una zona marginal donde los índices delincuenciales son altos.

“Nosotros cantamos nuestros arrullos en  las  celebraciones religiosas así también contamos historias como la de la Tunda, un ser que se lleva los niños al monte”, explica.

De estas realidades sabe bien Sonia España Quiñónez, quien lleva casi 6 años luchando por crear turismo en otra zona de Guayaquil, donde la abundancia cultural esmeraldeña es evidente.

Sonia menciona que junto a las familias de la cooperativa Nigeria, avanza de a poco en la creación de un espacio turístico. En este lugar considerado por las autoridades sitio peligroso; ubicado en el corazón de la Isla Trinitaria, pretende hacer convivencia con las personas que están interesadas en conocer la cultura esmeraldeña.

“Se sueña con establecer un hotel que dé servicios de calidad humana. Es decir, permita al visitante  vincularse con la historia del afrodescendiente en Ecuador, convivir con ellos, conocer sus creencias, costumbres y hasta gustos por la vida, lo que poco se difunde”, sueña.

Una de las primeras etapas de este proyecto, que tiene alrededor de 6 años en proceso, fue la creación de un restaurante denominado África Mía, aprovechando la sazón y las bondades ictiológicas del lugar.

“Para el 5 de agosto tenemos proyectado que este local pase de ser un sueño a una realidad, esto en honor a las festividades de Esmeraldas”, reconoce España.

Con esto surgieron nuevas propuestas como la creación de un gabinete, una tienda con ropa ‘afro’.

Para la mujer estas son iniciativas ante la falta de recursos.

“Hemos diseñado un paquete de convivencia que consiste en contar la historia de Nigeria, la razón de su antiguo nombre, ‘la isla de los condenados’, sus cambios con el relleno hidráulico, todo mientras se hace un paseo en bote que durará una hora entre los esteros Mogollón y del Muerto”, dice la dirigente social.

La mujer cuenta también que esta es otra de las fases pendientes, pero a la que se sumarían refrigerios con agua de coco, interpretación de jolgorios, cuentos y hasta clases de cocina del norte de Ecuador.

El proyecto pegó tanto entre la población (estimada en 97% son afrodescendientes) que surgieron nuevos emprendimientos con el apoyo de la Agrupación Afroecuatoriana Mujeres Progresistas. La entidad está dedicada a procurar la independencia económica de las mujeres de sus convivientes, abriendo otro camino para la igualdad, en este caso de género.

Los afrodescendientes con esas actividades buscan abrir espacios nuevos que sirvan no solo para identificarlos con la gastronomía, música y bailes tradicionales. (I)

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