Entre los años 1700 y mediados de 1800 no existen muchas variantes en los estilos arquitectónicos de los edificios que estaban ubicados a lo largo de esta avenida (y de toda la ciudad).

Las edificaciones seguían con las mismas estructuras coloniales, mejorando los sistemas de construcción a base de  madera.

Para Florencio Compte, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, los cambios se dan a finales del siglo XIX y comienzos del XX; con la incorporación de nuevos códigos traídos por extranjeros, especialmente italianos, y los recientes sistemas de construcción que utilizaban el hormigón y el cemento.

Compte, quien realizó en 2009 un estudio para la declaratoria de edificios patrimoniales por parte del Instituto de Patrimonio Cultural del Ecuador (INPC), resalta cuatro etapas en el proceso de cambio que se generó desde el Gran Incendio.

La primera sería desde 1886 hasta 1915, que es un período de reconstrucción que mantiene similares sistemas de edificación.

A partir de 1915 comienza la segunda etapa con la implementación de nuevos materiales dejando a un lado la madera e implementando estilos arquitectónicos clásicos.

La tercera etapa, que inicia en 1929, se caracteriza por ser un tiempo afectado por la crisis económica mundial, lo que genera un período de transición hasta 1940, con la incorporación de la arquitectura moderna y neocolonial.

A partir de 1940 (inicio de la cuarta etapa) se consolida el estilo moderno hasta 1970, donde se comienza la construcción de edificaciones en altura (provocada por el “boom” petrolero).

En esta última etapa se incorporó el estilo internacional, el cual desconoce los aportes culturales locales, ya que el mismo edificio se lo puede encontrar en Tokio o en Nueva York.