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Los cocodrilos son los consentidos de la Santay

Los cocodrilos hembra de la Isla Santay miden casi 2 metros de largo, y el silvestre, un poco más de 3 metros.
Los cocodrilos hembra de la Isla Santay miden casi 2 metros de largo, y el silvestre, un poco más de 3 metros.
Foto: Alfredo Piedrahíta / El Telégrafo
25 de marzo de 2017 - 00:00 - Giselle Hidalgo Villagómez

Un guía ordena a los turistas que se afanan por ver a los cocodrilos de la Isla Santay. Lo primero que les advierte además de evitar que los niños se suban a las barandas es no colocar envases ni prendas personales sobre el filo. El aviso es porque existe un cuidado particular respecto a su alimentación, ya que no mastican, e ingieren trozos completos como huesos y conchas, pero no plásticos ni tela u otros objetos.

Este custodio es parte del equipo que lleva a cabo la Estrategia para la Conservación del Cocodrilo de la Costa, un proyecto del Gobierno ecuatoriano junto a organizaciones, institutos y fundaciones público-privadas, que, a través de la gestión del Ministerio de Ambiente, en 2006 implementaron una iniciativa de preservación de la especie.

En esa fecha, 11 hembras fueron donadas por el Parque Histórico y llevadas a un estuario de la Isla Santay para su cautiverio y más adelante edificaron la cocodrilera.

Hace 2 años trajeron uno de Esmeraldas, lo separaron del resto por ser salvaje y lo bautizaron como Tony.  

El guía comenta que su comportamiento no ha evidenciado interés en las hembras durante la época de celo, así que ahora lo llaman Toña. Ante las risas de los visitantes, continúa explicando que las 11 miden un estimado de 2 metros de largo y el “macho” poco más de 3 metros. Son alimentados cada 5 días porque su metabolismo es lento; a las 11 les dan peces, y al silvestre, pollo.

El biólogo Raúl Álvarez, de la Dirección de Normativas y Proyectos, sostiene que hay que introducir los dedos para reconocer el sexo pues sus órganos están cerca de la cloaca, donde expulsan sus desechos. Dice que los machos suelen ser má grandes, son dominantes y territoriales.

Nelson Chiriboga, del Centro de Rescate de Vida Silvestre, propietario del zoológico El Pantanal, conserva crías de casi 40 años. Por su experiencia asegura que son nobles. Recuerda que en su infancia se bañaban a pocos metros de donde estaba el reptil y lamenta el estigma de “asesino” que le atribuye el cine de terror. Cree que el hombre es el verdadero depredador de bosques y manglares, “construye camaroneras  y así le quita su hábitat”.

El veterinario indica que el apareamiento se da a los 12 años y el celo suele ser entre septiembre y octubre. Estima que en la región existen 500 gracias a la socialización que se hizo a comuneros de la provincia sobre su conservación. (I)

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