Desde el segundo puente de la perimetral, un grupo de adolescentes se lanza al estero desde más de 12 metros de altura
Los clavadistas suicidas
El Estero Salado tiene miles de historias. Algunos recuerdan los baños milagrosos para curar enfermedades, según contaban los abuelos. Otros han escuchado por referencia familiar sobre las piscinas del American Park, un balneario de agua salada a donde acudían los guayaquileños en la década de los 60.
Pero sin duda la historia más reciente es la de los clavadistas. Jóvenes de entre 12 y 20 años que sin ninguna medida de seguridad se lanzan desde cualquier puente que atraviesa al estero.
A estos chicos, que en su mayoría viven cerca de los puentes, poco les atraen los parques acuáticos que inaugura por diversos puntos de la ciudad la Municipalidad. Ellos prefieren seguir con una tradición que la han heredado de sus padres y hasta de sus vecinos.
Para Fricson Mideros, de 20 años, la sensación de lanzarse de los puentes a una altura de 10 a 12 metros es algo inexplicable, “mi papá lo hacía cuando yo era muy pequeño y ahora que soy un joven lo hago con más frecuencia, la adrenalina que se siente al caer el agua es única”, así lo siento. Miedo no me da para nada, es algo que nosotros hacemos como competencia, todos quieren sobresalir con un buen salto o una buena voltereta en el aire. Es una cuestión de ‘honor’ porque no ganamos nada, solo nos divertimos”.
Los jóvenes que se lanzan al estero como grandes profesionales y los habitantes del sector que se dedican a la pesca se encargan de mantener limpio el lugar. Ellos recogen palos y basura porque pueden resultar peligrosos al momento de una caída.
En la mañana, el sector del segundo puente de la Perimetral luce desolado, pero desde las 12:00 empieza a llegar la gente. Unos lo hacen con anzuelos para dedicarse a la pesca, otros simplemente llegan a bañarse.
Los primeros en llegar son los niños, dice Mideros, ellos se quedan en las orillas, siempre vigilados por sus padres, luego ya pasadas las 15:00 arriban los adolescentes, que luego de un partido de indor buscan el estero para bañarse y practicar algunos saltos. Entonces empieza la diversión, que dura entre tres y cuatro horas. Tanta es la pasión que termina el atardecer y ellos continúan lanzándose al estero compitiendo para saber quién es el mejor; no sienten miedo ni inseguridad, ni siquiera piensan que en algún momento podrían lastimarse. No tienen idea del peligro que puede representar una mala caída.
Los clavadistas de la Perimetral hacen el mortal, se lanzan de espaldas, de cabeza, de pie, dando vueltas, en grupo, agarrados de la mano o, simplemente, como a ellos se les ocurra. Nunca falta por ahí uno que se dé un planchazo.
Para Pablo León Torres, entrenador profesional en la escuela de natación Jorge Delgado y ganador de medallas de plata y bronce en las copas del Pacífico 2011 y 2012, lo que hacen estos chicos, sin ningún entrenamiento, puede generar alguna lesión cervical, ya que el clavadista debe tener cierta técnica que le permita caer bien.
Para León, no hay nada más seguro que entrenar en un club de natación, con todos los cuidados de personas especializadas y paramédicos. “Siempre hay que tomar en cuenta que no cualquier persona puede hacer lo que hacen estos chicos. Para practicar el deporte se debe tener en cuenta el peso, la edad y la condición física de la persona. No se trata de practicar de forma ‘artesanal’ el deporte”.
Sin embargo, Kléber Castro, de 48 años, aún practica el clavado en el estero. Todo empezó hace veinte años, cuando recién construían los puentes de la Perimetral y en busca de aventuras con sus amigos decidieron arrojarse. Cuenta que a su hijo también le enseñó a lanzarse al estero. “Jamás hemos tenido ningún accidente, siempre estamos pendientes del nivel del agua y de que no haya basura cerca del lugar en donde nos bañamos”, indicó.
Los clavadistas de la Perimetral seguirán con sus largas jornadas de diversión que terminan cuando se oculta el Sol. Aquí no hay reglas ni sugerencias. Para ellos lo importante es divertirse. Competir unos contra otros, saber quién es el mejor, aunque al final no haya trofeos. “El mayor premio -dice Castro- es disfrutar de un baño y de un buen salto. El resto no interesa”.
DATOS
Este tipo de actividad se realiza en varios puentes de la urbe. El de la A, la 17, Portete y los de la Perimetral son los más visitados.
Los clavadistas aseguran que saltan solo cuando la marea está alta. Ellos conocen los sectores en donde hay piedras o palos.
A pesar de lo arriesgado que puede resultar cada salto, nunca han tenido accidentes ni inconvenientes.
Cada bañista practica entre 5 y 15 saltos por día. Algunos buscan lucirse con cada pirueta. El mortal es el más esperado por los espectadores.