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Los albergados de zonas urbanas anhelan vivir en sitios seguros

Los albergados de zonas urbanas anhelan vivir en sitios seguros
13 de marzo de 2013 - 00:00

La escuela Néstor Campuzano, en la cooperativa Paraíso de la Flor, sirve como albergue de 44 familias perjudicadas por las lluvias, registradas desde el jueves,  que causaron que se desplomaran varias viviendas y otras quedaran afectadas e inundadas.

La mayoría de las personas que se protege en el plantel proviene de la cooperativa Guayacanes, en Monte Sinaí (noroeste de la ciudad), que está junto al canal del trasvase Santa Elena.

El tipo de alimentación y el extravío de las pertenencias, según los albergados,  son las principales particularidades que los hacen extrañar sus moradas, muchas de las cuales fueron adquiridas mediante traficantes de tierras. La convivencia no es igual, pese a que reciben apoyo de entidades públicas y privadas.

La escuela Néstor Campuzano es el único refugio que, hasta la mañana de ayer,  funcionaba dentro del perímetro urbano. En la zona rural, el colegio Luis Fernando Vivero atiende a familias damnificadas en la parroquia Posorja.

Rocío Cabrera, de Monte Sinaí, se encargó ayer, junto con ocho mujeres, de preparar el almuerzo, cuyo menú consistió en una sopa de menudencias, arroz con ensalada de choclo y colada.

Su vivienda mixta quedó anegada al desbordarse el agua del canal. Estaba distraída con  las labores domésticas y confesó que la convivencia entre las familias es difícil. “Acá, como tenemos distintas costumbres, no todos colaboran en las tareas asignadas”, lamentó.

Los albergados, cuentan, recolectan un dólar por familia para variar la alimentación, es decir, comprar carne o pollo. Aunque no todos aportan.

En alrededor de 10 aulas de la escuela pública, en la que antes había bancas, ahora hay literas, colchones y algunos televisores rescatados de la embestida del líquido estancado.      

En cambio, el bar, en el que los estudiantes del establecimiento educativo se alimentaban, tiene una función similar, pero esta vez para los protegidos. En otro espacio son almacenados los víveres entregados por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) y la empresa privada.

Los albergues CAMI Zumar (Mucho Lote) y la escuela Alfredo Portaluppi (Pascuales) también  acogieron a personas de los sectores del noroeste (Sergio Toral, La Ladrillera y Nueva Prosperina).

El MIES reubicó a 30 familias, desde que ocurrió la emergencia (hace 11 días), de las cuales 15 ya están  en Ciudad Victoria y 15 se encuentran en hogares acogientes (con familiares y amigos).

Fernando López, coordinador de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) de la zona 8 del MIES, precisa que el CAMI Zumar ha recibido a 35 familias y el colegio Luis Fernando Vivero, 23. Las familias del primero ya fueron reubicadas, mientras que en el segundo, permanecen 9.

Mercedes González, quien perdió su vivienda tras el desborde del canal del trasvase, comenta que hay malestar entre las familias por las acusaciones de robo de ropa y pañales. “El MIES actúa de árbitro para solucionar los problemas,  pero hay desconfianza entre las personas”.

Otra queja es la poca presión con la que sale el agua de los grifos, por el empleo simultáneo del recurso por parte de los acogidos, que lavan ropa, se bañan, etc.
Pero a otros habitantes temporales del recinto, como Yamile Suárez, les  preocupa el brote de enfermedades (diarrea y gripe) que han presentado  muchos niños del albergue. “Mis niños llegaron sanos, pero uno de ellos ya está enfermo... no hay cómo controlar que no se contagien cuando salen a jugar al patio”.

No obstante, el Centro de Salud Pancho Jácome apoyó con una brigada médica para atender a los afectados y entregar medicina gratuita. “Ojalá nos reubiquen pronto, no importa dónde. Queremos salir de aquí rápido”.

En la tarde de ayer trascendió que el MIES habilitaba la escuela Fermín Vera Rojas, en el bloque 5 de Flor de Bastión, para trasladar a 18 familias que estaban en la Néstor Campuzano.

Además, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos monitorea otras zonas susceptibles de inundaciones y derrumbes por las lluvias. “Estamos constantemente monitoreando la capacidad de los albergues para evitar hacinamientos”.

Actualmente, personal del MIES capacita a los asistidos sobre relaciones humanas en situaciones de emergencia y los organiza en las tareas de guardianía, limpieza y alimentación.

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