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Lo exótico y exclusivo llenan el día en Sambo

Lo exótico y exclusivo llenan el día en Sambo
18 de septiembre de 2011 - 00:00

Son las 11:00 del miércoles. Un fuerte sol calienta la sabana que aún rodea a Plaza Lagos. El tiempo en la galería comercial parece haberse detenido. El sonido, casi imperceptible, del agua fluyendo en las piletas, choca contra el borde de las  fuentes, generando un ligero silbido, que  permite al visitante tener la ilusión de que está en un oasis ubicado en medio del desierto.

Alejado del ruido y del tráfico del sector de Entre Ríos, a seis kilómetros de la  vía Puntilla-Samborondón, está Plaza Lagos Town Center, el último de los centros comerciales abierto en la zona metropolitana de Guayaquil. Desde la carretera, donde las zonas densamente pobladas del inicio de la vía han quedado a 15 minutos de recorrido, se divisa una edificación que resalta por sus impecables formas.   

Un estilo arquitectónico ecléctico, poco usual en la vía Puntilla-Samborondón, da una combinación impoluta  de formas y colores. Las paredes blancas con detalles de hierro forjado, en las decenas de ventanales y portales, permiten que la luz solar sea la protagonista de los espacios de la galería comercial.

El diseño logra que los caminantes se trasladen al ambiente de los grandes centros comerciales de Coral Gables, en la Florida, Estados Unidos. En Plaza Lagos la carta está dominada por recetas internacionales y la comida fusión. La gastronomía nacional solo es parte de los desayunos de una de las cafeterías.

Hemisferios es el restaurante que recibe a los visitantes. Ubicado estratégicamente en la planta baja de la torre más saliente del centro comercial. El local basa su carta en las especialidades internacionales, que se dividen según  sus orígenes. Desde afuera, los ventanales apenas permiten ver las mesas puestas con exquisito buen gusto y con un orden incorruptible.   

Un letrero colocado en uno de los pasajes advierte sobre los desayunos buffets, en Don Francis. Por 12,50 dólares, más impuestos, los comensales pueden servirse hasta las 13:00 el desayuno del día. El servicio se acomoda a las exigencias de los exclusivos clientes de la galería comercial.

La carta puede servirse en el interior de los locales bajo el frío aire acondicionado o en el exterior acompañados de la fresca brisa que sopla en las riberas del río Babahoyo. Los finos detalles en la decoración parecen ser la marca de Plaza Lagos. Al final de uno de los pasajes, está Fussion.

En la puerta hay un pedestal que sostiene la carta cubierta por una placa de cristal. Las recetas japonesas  y la comida de vanguardia son los protagonistas del local. En Fussion, una sopa misso, que es un platillo de la cocina nipona, puede costar hasta 4,50 más impuestos.  

Al paso de los visitantes, los meseros se colocan erguidos y miran a quienes se acercan al restaurante. Pero la postura cambia al paso siguiente de los visitantes que prefieren seguir su recorrido en la galería.

18-09-11-guayaquil-sambo1Al mediodía, Plaza Lagos comienza a cobrar vida. Un grupo de damas llega y se sienta en Café y Tinta. Los meseros, de un blanco y negro impecable, sirven el vino en copas de cristal. A simple vista pareciera que el fruto de la vid flotara.      

Otro grupo de señoras prefiere servirse creps con helado en el interior del café librería, en un ambiente más acogedor donde se sirve mientras los comensales  están rodeados de libros, que a esa  hora no captan su atención.   

La galería comercial tiene conexión Wi-Fi. Los ejecutivos llegan a Hemisferios y acomodan sus laptops y sus iPads con extremo cuidado para no poner en peligro las copas de vino. Sobre la mesa de los restaurante se discute sobre papeles y con las computadoras encendidas.

En el ala posterior a los restaurantes están las alternativas de aperitivos y postres. Panoli llama la atención por  la delicadeza con que se trata a la pastelería fina que se trabaja en el local. Los delicados postres se guardan como un tesoro, en una vitrina de cristal. Así se exhiben las delicadas trufas, pequeños bombones fusión de sabores de maracuyá con chocolate.

En otra estantería están los pralines, que son preparaciones con un delicado caramelo que cubre una nuez colocada con precisión sobre los postres.

Una carta cubierta con una tela tejida de yute, en sobria armonía, es donde se ofrecen waffles, mermeladas y mantequillas artesanales. En la sofisticada carta destaca el desayuno criollo, cuyo protagonista es el bolón de verde.

Los costos de los desayunos bordean los 12 dólares, sin impuestos. Sobre la caja registradora llama la atención un par de lentes de sol Cartier. La dependiente del local advierte su presencia y pregunta si alguien es la dueña del costoso accesorio. Al no obtener una respuesta positiva, las gafas son guardadas bajo la advertencia de que apenas llegue alguien que pregunte por el artículo será entregado.     

Al final del Plaza Lagos se ve una vitrina donde llama la atención una delicada orquídea blanca, con tonalidades lilas en los bordes. Studio Flora, un local especializado en vender plantas  exóticas, ofrece bromelias colombianas, hasta en 65 dólares. Las orquídeas alcanzan los 50 dólares, pero eso puede variar...

Se advierte un cuadro pequeño, pero con un excelente gusto. Se trata de una obra de Eduardo Kingman, cuyo costo es 2.700 dólares.

Ya entrada la tarde, en el parqueadero lleno de vehículos 4x4 se comienzan a escuchar los susurros de los clientes que a esa hora llegan, por una copa de vino, pero todo en un silencio que pareciera jamás acabar.  

Al final de la galería hay un arco que conecta al centro comercial con Riberas del Batán, una exclusiva urbanización, cuyas casas no se divisan desde la vía. Hay media docena de guardias, vestidos con guayaberas blancas, custodiando el ingreso de lo que parece una burbuja donde lo exclusivo marca la vida.

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