Leyendas del Guayaquil antiguo siguen en la memoria de sus habitantes
Una de las costumbres de la época colonial guayaquileña era contar historias sobre eventos paranormales o que citaban hechos extraordinario.
Preguntando a diferentes guayaquileños de entre 30 a 60 años, pudimos constatar que hay 3 leyendas que todavía siguen en sus memorias porque las escucharon de sus abuelos en su infancia.
Historias como 'la dama tapada', 'el pacto del diablo con Victor Emilio Estrada' y 'el niño de la mano negra', son las más destacadas.
La recordada mujer que deambulaba a la media noche por callejones del antiguo Guayaquil es la popular leyenda que aterrorizaba por los rasgos físicos que los supuestos testigos lograban describir de la dama del velo.
Se dice que fue un hecho ocurrido en 1700, cuando un fantasma que vestía un elegante traje de la época, con sombrilla y cubría su rostro con un velo deambulaba los callejones de la ciudad. El relato señala que muchas personas murieron a causa de sus apariciones, ya que quienes se dejaban deslumbrar por su exquisita fragancia la seguían hasta un sitio apartado de la ciudad, donde ella se descubría el manto e impactaba con su lúgubre silueta cadavérica.
No se precisa la forma en que morían las personas, si era por el susto que ocasionaba observar las supuestas bolas de fuego en sus ojos, o porque lograba hipnotizar a las víctimas hasta llevarlas a un abismo o colisionar con algún vehículo.
El caso del ex presidente del Ecuador, en 1911, es otro que llamó la atención por años. Cuentan los antepasados que fue un hombre con una gran fortuna, pero su caballerosidad y sabiduría generaba una serie de interrogantes en aquellos que no conocían de cerca su vida personal.
Cuando construyó el mausoleo a base de cobre, que sigue impactante en el Cementerio General de Guayaquil, los habitantes supusieron que la razón de esta edificación se dio para que el demonio no perturbara su paz en la muerte.
Después de fallecido, cuenta la leyenda que el diablo quiso robarse su alma por haber pactado con el ex mandatario, pero ante la astucia del líder de no concretar el acuerdo, provocó la ira del maligno quien le lanzó una maldición y lo dejó a la vigilancia de sus aliados para custodiar su tumba y truncar su paz.
A partir de aquel momento, se dice que Víctor Emilio Estrada no logró morir del todo, pues su alma deambula todas las noches desde las 23:00, vestido con un sobrero de copa y su terno de gala, esperando en la puerta principal del cementerio para conversar con los transeúntes que toman bus, en dicha parada.
El niño de la mano negra le pertenece a un infante que vivía en Puná, la isla situada en el golfo de Guayaquil. Su nombre fue Toribio de Castro Grijuela, quien nació sin su mano derecha.
Aunque sus padres eran adinerados, no habían técnicas ni ciencia que le permita tener su miembro. El joven era reconocido por ayudar a gente de escasos recursos gracias a su acomodada vida que sus padres le otorgaban. Éstos eran devotos de la Virgen del Soto y luego de rezarle, les concede el milagro.
Este se presentó a través de una anciana quien se acercó al joven para pedirle algo de comer. La anciana le obsequió un presente y al día siguiente el niño amaneció con su mano derecha, pero con la particularidad de que era de color negro.
La historia que según la historia se efectuó en 1587, asegura que el muchacho se enfrentó a piratas y que los derrocó.
Pero la razón por la que le atribuyen el poder del milagro, es cuando luego de fallecido, al exhumarlo, su mano se mantuvo intacta sin efectos de descomposición. (I)