Las mueblerías industriales son más que las artesanales
El surgimiento de nuevas tendencias y modelos en la fabricación de muebles, juegos de comedor y similares tienen en aprietos al oficio de carpintero en Guayaquil.
Los productos modernos ahora son principalmente forrados, lineales y con poco trabajo hecho a mano. Los tradicionales Luis XV o Luis IVX que llamaban la atención por el tallado y que antes adornaban las salas de las casas están en el olvido.
Ello ha provocado que el oficio de ebanista se vea afectado y con él también la labor de los laqueadores, talladores y tapizadores.
A eso se suma el alto costo de la madera, la escasez de la misma y el elevado precio de los implementos para procesarla en casi el 70%.
Los tablones de roble de 2 metros x 18 centímetros y una pulgada de grosor (los más usados y resistentes) que hasta hace unos meses costaban $3,80 ahora valen $6. Los de la misma medida, pero el doble de gruesos cuestan $12.
En el caso de la cola, las lacas, lijas y venenos para evitar que la polilla destruya la madera sus precios casi se han duplicado.
Además las leyes obligan ahora a los dueños de estos centros artesanales a afiliar al Seguro Social a sus dependientes.
“Existe un tira y hala por fijar el monto entre $20 para el maestro y $10 para el oficial o $ 10 y $ 5, respectivamente. Esto es justo para los empleados, pero también es un costo adicional que es difícil de cubrir cuando escasea el trabajo”, aseveró Enrique Yagual, presidente de la Sociedad de Carpinteros de Ayuda Mutua.
El dirigente añade que diariamente pagan a un ayudante $15 por día más el almuerzo, mientras que el maestro gana $25 más la comida.
Carlos Solórzano, ebanista desde hace 30 años, calculó que debido a todos estos antecedentes más del 50% de sus colegas se encuentran en la desocupación o dedicados al comercio informal, es decir distanciados del serrucho, el martillo y los clavos.
De acuerdo con el estudio económico del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos, del 2010, en la ciudad solo hay 170 establecimientos dedicados a fabricar productos de madera.
La falta de seriedad
El incumplimiento en su trabajo por parte de malos carpinteros también provocó que mucha gente dejara de contratarlos. Ello lo ratifican Yagual y Luis Suárez, titular del Gremio de Profesionales de la Madera, quienes aseguraron que la palabra del ebanista a la hora de acordar una obra debe ser casi sagrada.
“En este negocio se debe ser responsable, entregar los trabajos en el tiempo pactado y bien realizados, de lo contrario nunca más te buscarán ni te recomendarán”, manifestó el primero de los dirigentes.
La falta de centros de capacitación en donde se pueda enseñar de carpintería o de las nuevas técnicas también ha incidido para que estos artesanos vayan desapareciendo.
Pues tanto Solórzano, como Yagual y Suárez aprendieron del oficio viendo trabajar a sus padres y abuelos.
El primero dijo que adquirió los conocimientos cuando tenía unos 13 años y era el encargado del aseo del taller.
Suárez vivió algo parecido y sostuvo que son estas organizaciones gremiales las que se esfuerzan por mantener vigente el oficio.
Así pues, la Sociedad de Carpinteros en los dos últimos años, capacitó a más de 250 internos del Centro de Rehabilitación Social del Litoral. Mientras que la otra asociación en un esfuerzo por salvar esta ancestral profesión intenta motivar y enseñar a más personas.
Jesús, el carpintero
Detrás del esfuerzo diario que deben hacer los pocos ebanistas que se mantienen vigentes en Guayaquil hay múltiples historias.
La Biblia reseña que Jesús y su padre José fueron carpinteros. El denominado Hijo de Dios habría ejercido la actividad en la ciudad de Galilea y aledañas. Del mismo modo, Noé, famoso por la construcción del arca en donde guardó animales de todas las especies para salvarlas del diluvio, también es considerado entre los grandes artesanos de la madera que tuvo el mundo.
Casi mil personas en la labor, según INEC
El censo económico del INEC del año pasado determinó que 946 personas laboran en negocios que hacen trabajos en madera, en Guayaquil.
De estos locales, solo 19 forman parte de un gremio y 141 no pertenecen a alguna asociación.
Lo que más llama la atención es que apenas 49 gerentes o propietarios de estos sitios tienen calificación artesanal, mientras que 121 personas consultadas por el Instituto no poseen ese reconocimiento académico.
Otro hecho curioso del censo es que hay 27 mujeres en condición de gerente o propietarias de esta clase de establecimientos.