Las golondrinas, el eterno problema de la calle 38

Todas las tardes las golondrinas llegan al cableado de las calles 38 y Portete. Arriban de a una, de a dos y en grandes grupos. Es difícil contabilizarlas por la cantidad que se posa en el cableado de los semáforos.

Quienes  viven entre las calles 38 y Portete se quejan porque no pueden caminar tranquilos por el sitio debido al temor de que ‘algo’ les pueda caer de arriba; los conductores evitan detenerse en el semáforo y los ciudadanos que deben caminar por el sector aseguran que están cansados de ellas.

María Alcívar, de 40 años, asegura que estas aves tienen muchos años en la zona. “Este es un conflicto sin resolver, estoy cansada de limpiar todos los días el portal de mi casa y de ensuciarme los zapatos cuando salgo; no se puede andar libremente, sin cubrirnos la cabeza, tenemos más golondrinas que personas en el barrio”.  

Yolanda Ramírez, de 56 años, asegura que la presencia de las aves ocasiona que los negocios dejen de atender pasadas las 18:00. “A esa hora llegan las golondrinas a invadir los cables y postes. Para ella, una solución podría ser colocar cableado subterráneo. “El médico me detectó asma, producto de las heces y el mal olor que tienen estas aves”, cuenta María Gabriela Jaén, habitante del sector.

El excremento de las golondrinas es nocivo para los seres humanos, asegura la doctora María Fuentes.

Según un estudio realizado por el pediatra Alfredo Calzadilla y el médico infectólogo Ernesto Alayo, docentes de la Universidad de Oriente (UDO), sede Bolívar, una serie de enfermedades respiratorias son causadas por los excrementos de las golondrinas.

“En  sus heces encontramos hongos criptococos histoplanos, así como otros hongos que pueden desencadenar efectos alérgicos”, dice el análisis que hacen los médicos.

Sara Bermeo, quien habita a una cuadra del sector en conflicto, asegura que la Municipalidad debe reordenar el cableado. “Si no hubiera cables, con seguridad se marcharían; son años de padecimiento”. (I)