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La regeneración del centro de Guayaquil no llega a los ‘submundos’

La diversidad comercial existente en zonas aledañas a las calles Capitán_Najera y Coronel camuflan las actividades de prostitución de este sitio cercano a la bahía.
La diversidad comercial existente en zonas aledañas a las calles Capitán_Najera y Coronel camuflan las actividades de prostitución de este sitio cercano a la bahía.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
06 de mayo de 2017 - 00:00 - Edward Lara Ponce

Algunas mujeres esperan sentadas y otras caminan bajo las sombras de las calles Capitán Nájera y Coronel en espera de ‘clientes’.  En el sitio, los bares abren sus puertas al final de la tarde y los indigentes buscan un espacio para pernoctar durante la noche invernal del último sábado de abril.

Sentado en un banco y arrimado a una puerta de vidrio oscuro, Jaime (nombre protegido) espera paciente que las ofertas del motel en el que trabaja den buenos resultados. De eso depende que su pedido de aumento salarial se concrete.

Los acuerdos entre los dueños de los moteles y las damiselas están implícitos. No hacen falta explicaciones ni aclaraciones. Las chicas de la zona cobran $ 10 por un “momento de amor” sin besos. Ellas tienen un descuento de $ 4 en el alquiler de una habitación con ventilador, mientras que los clientes repentinos pagan $ 7 por pasar de 2 a 3 horas en un cuarto con aire acondicionado.

En las aceras la música es baja. La salsa se escucha con más fuerza cuando se abren las puertas de los locales, donde la farra está encendida.

Los rítmos tropicales predominan en estos sitios que, además de coloridas fachadas, contratan a señoritas para atender a clientes o clientas. Ellos buscan pasar un buen rato, lo que suele terminar en convenios de provecho económico para unos y corporales para otros.

‘Rocío’, una de las trabajadoras sexuales de este sector de la urbe contornea el cuerpo al bajar las angostas escaleras de un ‘cuarto de amor’. Se ganó la tarifa de sus servicios con un cliente habitual. La mujer, de contextura gruesa, cuenta que desarrollar esta actividad es un arte solo para las más fuertes.

“Es imposible no lidiar con drogadictos o ladrones. En raras ocasiones llega un borracho ‘bonachón’. Así también hay otros que pasean por la zona y solo por saber qué se siente hablar con una trabajadora sexual, se acercan”.

Para esta actividad, el mejor horario no es la noche sino el día en calles por donde la regeneración urbana no ha pasado.

Caminar en los alrededores de Cacique Álvarez o de Noguchi es ver a mujeres con cuerpos poco esculturales encajadas en vestidos ceñidos. Eso es casi un símbolo de exhibición y provocación. A la zona antes se la utilizaba como estación de buses intercantonales.

El cortejo suele darse con breves galanteos de miradas que van de pies a cabeza y muecas —a razón de una sonrisa— los cuales son el preámbulo  para la contratación de los servicios sexuales. 

‘Rocío’ cuenta que no tarda más de 15 minutos en satisfacer a sus ‘amantes’. Cuando termina un día de trabajo, cambia sus ropas y aprieta sus negros cabellos acentuando algunas arrugas del rostro.

A 2 cuadras del parque Chile, se ubica más de una docena de negocios veterinarios instalados hace unas 2 décadas, y pululan los que aún creen que los sitios de esparcimiento infantil son urinarios al aire libre y hacen sin pudor su necesidad biológica.

La zona, alrededor de este espacio verde, registra 4 hoteles (moteles), un hostal y una residencial. Están cerca de 6 ‘centros de diversión’ nocturna.

En el otro lado del área verde, Alberto Alarcón, de 75 años, pasa sus días de jubilación consumiendo alcohol y convidando los últimos tragos de la tercera botella de licor del día. Tiene la compañía de otros 3 adultos mayores.

Junto con ellos, un indigente toma una siesta cansado de deambular por la ciudad.  Duerme mientras en su pecho se observa una medalla dorada.

El tiempo transcurre lento para los bohemios que ubican un tablero sucio y despintado sobre la acera. Ahí juegan naipes los amigos de Alarcón, mientras él solo observa cada tirada.

El hombre, de cabellera blanca y contextura delgada, combina con elegancia una camisa de rayas celeste, un pantalón café y unos mocasines negros que compró a pocas cuadras, en la bahía de la Villamil.

Parado en la intersección de Cuenca y Noguchi, el bombero Alejandro Reinel habla sobre la intranquilidad del sitio.

“La cercanía con la bahía ha generado problemas similares a los que tiene esa zona comercial. Con la instalación de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) han disminuido los robos y la inseguridad, aunque en calles aledañas la situación es otra. Esto también se agudizó por la proliferación de discotecas y salsotecas que generaron peleas por drogas o prostitutas sobre todo en las madrugadas”.

Los daños de estos enfrentamientos son evidentes en las mañanas cuando los dueños o trabajadores de comerciales formales se disponen a iniciar sus jornadas, refiere Alberto Cajamarca, quien es dependiente de una veterinaria desde hace 3 años. 

Depresión urbana

Para el catedrático de la Universidad Casa Grande, Carlos Tutivén Román, la depresión urbana de estos espacios se debe al descuido de la convivencia urbana, la práctica social, cultura o comercial. Esto ha provocado la proliferación de prácticas periféricas poco saludables.

Menciona que para un cambio visible en este sector, primero se debe involucrar a las personas en las políticas de regeneración urbanas y culturales —que no deben entenderse como acciones de represión— en un barrio que se desenvuelve en la clase media baja.

Un ejemplo del mejoramiento de un barrio está en los alrededores del estadio Yeyo Úraga que antes de la inversión para la creación de espacios lúdicos y áreas verdes era un área deprimida.

Datos

- Desde las 17:00 algunos de los locales de diversión nocturna (salsotecas o discotecas) empiezan a funcionar con la venta de licores atrayendo con música a los transeúntes.

- El espacio del parque Chile cuenta con seguridad privada, a pesar de esto indigentes y borrachos ocupan espacios destinados para los menores._Este lugar fue mejorado por la autoridad municipal hace algunos años.

- El sector en los años sesenta era la estación para buses intercantonales que recogían y dejaban pasajeros por lo que era muy concurrido. Ahora los negocios de veterinarias dominan el comercio. (I)

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