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La primera confederación obrera (II)

La primera confederación obrera (II)
12 de abril de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Tras la muerte de Alfaro (1912), las sociedades artesanales se debilitaron por la renuencia de los placistas para fomentar la iniciativa obrera, a pesar de que, inicialmente, Plaza Gutiérrez prometió apoyarles. Pero 1913 es un año clave para entender la transformación que operó al interior de las sociedades obreras y artesanales de Guayaquil en un lapso de 10 años, pues se celebró por primera vez la ‘Fiesta del Trabajo’, en recuerdo de los trabajadores asesinados en Chicago.

En su descripción sobre el estado de las sociedades obreras de Guayaquil, José María Chávez Mata menciona el júbilo y alborozo que significó para los trabajadores la conmemoración del ‘Día del Trabajo’, al punto que la Confederación Obrera del Guayas convocó a una Asamblea Obrera que se reunió en el salón de actos de la Sociedad Hijos del Trabajo, el 1 de mayo de 1913, con cuatro delegados de las doce sociedades de artesanos y obreros que formaban dicha central: Sociedad de Tipógrafos del Guayas, Sociedad Hijos del Trabajo, Club Guayas de Instrucción, Recreo y Beneficencia, Sociedad Unión de Panaderos, Sociedad de Carpinteros, Sociedad Hijos de Vulcano, Sociedad Cooperativa Unión de Sombrereros, Sociedad Cosmopolita de Cacahueros Tomás Briones, Sociedad de Plomeros y Gasfiteros, Sociedad Unión de Albañiles, Asociación 5 de Mayo y Sociedad Democrática de Chanduy.1       
La recomposición del asociacionismo en Guayaquil fue posible por el activismo de un número de trabajadores que empujaron para que las condiciones salariales mejoren, así como el tiempo diario asignado al trabajo obligatorio. Por otra parte, fueron capaces de elevar al Congreso de la República dos proyectos que recogían el sentir de la clase trabajadora: primero, un decreto legislativo que establecía la creación, en cada capital de provincia, de “una caja sagrada, con fondos especiales, para la ilustración del pueblo”,2 y en segundo lugar, un proyecto de ley sobre accidentes de trabajo.

Otra de las aspiraciones obreras que gradualmente se concretaron por iniciativa y respaldo de las sociedades fue el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas, para evitar los abusos de ciertos patronos que obligaban al trabajador a permanecer activo hasta 12 o 14 horas diarias, extenuándolo y exigiéndole más allá de sus fuerzas.

En este último punto, la iniciativa de cambio la lideraron los carpinteros, quienes expidieron un reglamento obligatorio para todos los artesanos del gremio: “La Sociedad de Carpinteros de Guayaquil, en cumplimiento de lo resuelto en la Junta Extraordinaria verificada el día 28 de septiembre último, participa a todos los artesanos que componen el gremio de carpinteros, la aprobación del siguiente Reglamento: Art. 1º.- Las horas de trabajo diario serán ocho, distribuidas así: de 7 a 11 de la mañana y de 1 a 5 por la tarde”.3  Además, se establecía un jornal mínimo obligatorio de dos sucres cincuenta centavos, el pago de horas extras (incluyendo domingos y festivos), y el derecho de los operarios a ser notificados con anterioridad por motivo de despido.

El nuevo régimen de las ocho horas diarias de trabajo también fue incorporado por los herreros de la Sociedad Hijos de Vulcano, institución fundada en 1906.4 A su vez, la Confederación Obrera del Guayas debatió el tema y lo aprobó, en 1914, según comenta Chávez Mata: “Durante el último mes de enero, la Confederación ha trabajado por implantar las 8 horas de trabajo y porque se confederen algunos centros obreros”.5

En la Confederación Obrera del Guayas las actividades no paraban, pues se sabía que había voces radicales que exigían la presión política al Gobierno y la legislatura para obtener nuevas conquistas en pro de la clase obrera. Al mismo tiempo, se organizaban actividades propias de la cultura asociativa: “Ha establecido las conferencias públicas mensuales, acerca de la Instrucción Cívica […] y las disertaciones privadas sobre ciertos temas de interés social; […] gestiona que cuanto antes se haga efectiva la donación de S/. 3.000 ofrecida espontáneamente por el Gobierno; ha pedido a la Municipalidad que cumpla con lo dispuesto por la Ley de Instrucción Pública, respecto a la concesión de becas para obreros que deben ir al exterior a estudiar; […] también ha impulsado los proyectos de casas para obreros y el establecimiento de la cooperativa de consumos”.6

Como vemos, paulatinamente los obreros y artesanos de Guayaquil se inscribían en la práctica reivindicativa con el fin de alcanzar mejores condiciones económicas, por el elevado costo de la canasta básica que, a finales de la década del diez, explica la aguda crisis inflacionaria que entonces vivía el país. Al respecto, cabe agregar que mientras la Confederación Obrera del Guayas hacía esfuerzos por mantener la unidad de los obreros y artesanos, también se escuchaban voces inconformes que terminarían creando nuevas mancomunidades (O).

1.  José María Chávez Mata, ‘Estado actual de las instituciones obreras de Guayaquil’ (1914), en VV.AA., Pensamiento popular ecuatoriano, Quito, Banco Central del Ecuador/Corporación Editora Nacional, 1981, pp. 104-105.
2.  Ibídem, pp. 133-135.
3. Ibídem, pp. 139-140.
4. Ibídem, p. 121.
5. Ibídem, p. 105.
6. Ibídem, p. 105.

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