La mezquita en el trópico
“No se puede ingresar con zapatos”, es la recomendación que hace de forma amable un joven de barba a quienes desean entrar a la Mezquita Jesús en Urdesa, la sede de la religión islámica en la ciudad.
Al pie de la puerta principal hay un pequeño estante de madera en el que se deja el calzado, pues dentro de esta casa de dos plantas, ubicada en la esquina de las calles Costanera e Higueras, todo el piso está cubierto de alfombras.
Esta mezquita -la única en Guayaquil- abrió sus puertas a finales de julio, coincidiendo con el inicio de la festividad islámica del Ramadán. Su líder y fundador, conocido dentro del Islam como el Sheij, es Esmael Elbasri, originario de Kuwait.
“Llegué a Ecuador por turismo pero encontré la oportunidad para difundir la religión en esta ciudad y en otras partes del país, como en la Amazonía, donde inauguré la Mezquita Luz del Islam hace algunos meses”, explica Elbasri, quien habla español con dificultad.
La Mezquita Jesús -cuyo nombre obedece, según explican, a uno de los profetas importantes del Islam- recibe diariamente a entre 50 y 70 personas, que acuden a conocer más sobre este credo y a realizar el Salat, la ceremonia de oración que se celebra en horarios específicos y que consiste en una serie de rezos y entonación de versos de diferentes pasajes del Corán, el libro sagrado de esta religión.
Esta práctica es uno de los pilares del Islam y está constituida por las cinco oraciones: Fajr, Dhuhr, Asr, Maghrib e Isha, desde el amanecer hasta más allá de la puesta del sol, siempre en dirección a la Meca, la ciudad natal del profeta Mahoma.
Vestida con una túnica denominada “abaya” y un velo llamado “hijab”, que cubre su cabello, Verónica Rossado lidera la Comunidad de Mujeres Musulmanas, participa en las oraciones e interviene en enseñanzas de la palabra de Allah. Prefiere que le digan Khadija, el nombre musulmán que adoptó cuando abrazó esta fe hace varios meses.
“Antes del rito los fieles son llamados a la oración por medio del “adhan”, una breve recitación de versos que indica que el momento de recogimiento está próximo a comenzar”, indica mientras añade que todas las oraciones se realizan en árabe.
Hombres y mujeres permanecen separados dentro de la mezquita. Durante el Salat, los fieles se colocan en actitud de postración, con el cuerpo inclinado totalmente sobre su frente, para luego elevar sus brazos y realizar movimientos con sus manos que representan diferentes alabanzas.
Según Víctor Brito, un joven padre de familia de 32 años convertido al Islam, quien cambió su nombre por “Omar”, el propósito de creación de este lugar es que todos los pertenecientes a esta religión tengan un sitio donde reunirse, orar, crear una comunidad y difundir su cultura.