La lista de útiles refleja la calidad de la enseñanza
A inicios de la época de clases, con apurados pasos, los padres irrumpen en las papelerías. Costosos en ciertos casos, baratos en otros, lo cierto es que los útiles elegidos para formar parte del trabajo diario de los estudiantes inciden substancialmente en su mecánica de aprendizaje. Tres pedagogas analizan, a su vez, cuatro listas de alumnos de primer grado de escuela. Que el niño, luego de errar en el cuaderno de borrador, pierda tiempo pasando a limpio, es una de las debilidades que se encontraron.
Para el análisis se reunieron cuatro listas de útiles de escuelas (2 fiscales y 2 particulares). Solo en una de ellas se logró encontrar un plan de trabajo acorde con el año escolar, como propone el Ministerio de Educación. Con el análisis de las maestras (Patricia Zeas, Emilene Aguayo y Elsye Salazar) se concluyó, a partir de esta muestra, que los planteles no elaboran un plan de estudio que podría considerarse idóneo: se piden útiles en exceso y se usan métodos de enseñanza tradicionales y pasivos en lugar de procesos activos y creativos.
Las profesionales iniciaron la comparación con las dos listas de escuelas fiscales. Para el análisis se usaron las listas de la escuela Coronel Luciano Coral, cuya pro forma alcanza los $27,10, y la de la escuela fiscal mixta Manuel Wolf Herrera, que cuesta $20,41.
En el caso de la primera escuela, Patricia Zeas, catedrática, critica el requerimiento de tres cuadernos de líneas.
Estos están destinados a usarse, el primero, como borrador, el otro de dictado y el último para copia.
“La reforma educativa dice que los cuadernos son de Lenguaje, Matemáticas, Entorno natural y social, y eso no está. Si veo un cuaderno de borrador significa que le doy al niño la oportunidad para que copie mal, que pierda tiempo al transcribir en la casa a limpio. Algo que va en contra del paradigma constructivista del siglo XXI”, asegura.
Calificó el método de esta escuela como pasivo: “Prescribe una actividad mecánica, por lo que el niño va a tener un proceso de aprendizaje lento”.
Con esta opinión concuerda Emilene Aguayo, profesora de educación básica. Ella describe estos métodos como caducos: “Ahora los chicos deben interactuar, participar en clase y sacar sus propios conceptos de lo que van aprendiendo en lugar de tomar un dictado. No se debe pedir un cuaderno de borrador, ya que el pequeño debe aprender a trabajar en limpio y rápido”.
Elsye Salazar, directora de la carrera de Educación Básica de la Universidad de Guayaquil, fue la única en discrepar en este aspecto... “Hasta personas de la universidad todavía lo usan. Los niños también deben equivocarse y corregir, es un proceso. Por eso aún hay cuadernos de borrador”. Ella apunta a la economía de los espacios.Sostiene que solicitar cuatro cuadernos en escuelas fiscales no es siempre acertado: “Lo mejor es tener un cuaderno grande para el niño y que lo divida para las 4 materias básicas. No todos los padres pueden acceder a la compra de muchos cuadernos”.
A la escuela Manuel Wolf, en cambio, las pedagogas la definen como creativa, acorde a la enseñanza de segundo de básica. “Noto que es precisa, tiene los cuatro cuadernos, más instrumentos. Hará a los niños pensar y trabajar, es económica y no desperdiciará material”, analiza Aguayo.
“Ahí sí va a haber una construcción del conocimiento al manipular objetos concretos: bolas, palitos, revistas”, agrega Zeas.
“Encuentro una funda de goma, cincuenta bolas plásticas y cincuenta palos de helado, lo cual quiere decir que los conjuntos, las sumas, el área de matemáticas se va a trabajar de manera concreta”-resalta- “también piden una madeja de lana, es decir que harán trabajos manuales, tejidos e incluso actividades de coordinación óculo-manual”.
La educadora ratifica que hay preocupación por realizar trabajos de psicomotricidad, por eso piden palos y goma.
“Quieren que los alumnos aprendan cosas con las manos. Si un maestro no maneja psicomotricidad, pues no habrá aprendizaje”, afirma.
La siguiente lista de útiles es la que piden en la escuela particular Principitos Soñadores, que tiene un costo de $36,06.
“En esa escuela tenemos 13 cuadernos más 9 libros, 22 textos para un niño de 6 años es demasiado”, opina Zeas.
Entre los libros solicitados por el plantel hay 3 obras literarias. “El niño recién aprende a escribir y leer, ¿qué hace la maestra pidiendo obras literarias si recién van por ese proceso?”, se pregunta.
Critica también la cantidad de hojas con la que el niño trabajaría sumando los cuadernos y las resmas: “El niño laborará con un total de 1.560 hojas al año, divididas para 200 días de clase, trabajaría 8 hojas diarias, o sea que el niño no respira”.
Según las especialistas, el objetivo de segundo de básica es enseñar las materias Lengua y Literatura, Matemáticas, Entorno natural y social, pero manteniendo el aprendizaje de pintura, dibujo, uso de material concreto y reciclable.
Se debe cuidar lo que se pide, con un ojo en la economía de los padres y el otro en la enseñanza que se ofrecerá.