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La inclusión social sigue ganando espacio en el sistema educativo de Ecuador

Maestros y padres de familia deben prepararse para poder trabajar con los niños.
Maestros y padres de familia deben prepararse para poder trabajar con los niños.
Foto: Cortesía UIDE
05 de marzo de 2016 - 00:00 - Juliana Véliz, estudiante de la UIDE

“Mi hija Amy tiene memoria a corto plazo. Cuando tenía 4 años estaba en la escuela y la tuve que cambiar de institución 3 veces porque los maestros decían que era malcriada e insultaba a sus profesores. Me sorprendían los comentarios, porque en mi casa no era así y el señor del expreso corroboraba mi testimonio. Pero ante el rechazo y bullying de los profesores y sus compañeros, decidí sacarla de la escuela. Después de buscar una estudiante de Psicopedagogía y contarle mi caso, me recomendó Fasinarm; hoy, que tiene 11 años, mi hija ha sido tan bien estimulada que tiene posibilidades de cura”, dice la madre de Amy.

Casos como estos se repiten a diario, a pesar de que se reformularon políticas públicas para mejorar esta situación y en la actualidad Ecuador cuenta con una Agenda Nacional para la Igualdad de Discapacidad 2013-2017, elaborada por el Consejo Nacional de Igualdad de Discapacidades (Conadis) y que establece 12 políticas orientadas a garantizar derechos y una vida digna.

La inclusión también se contempla en el Plan Nacional del Buen Vivir, que aborda políticas en educación, salud, vivienda y un trabajo digno.

Además, en el artículo 26 de la Constitución dice: “La educación es un derecho de las personas a lo largo de su vida y será incluyente”; esto evidencia el derecho a una educación inclusiva y a ser tratados por igual.

Organizaciones especializadas

Fasinarm es una de las organizaciones pioneras y especializadas en niños con capacidades especiales. Para ayudar a los infantes existen 3 modalidades en todas las etapas evolutivas del desarrollo: la primera es desde un día de nacidos hasta los 5 años. En esa etapa se ofrece educación inicial con trabajo en estimulación temprana y terapias.

La segunda etapa, inicial 2, se identifica como prekínder y kínder para niños de 3 a 5 años.

Y posteriormente está la escuela, de 6 a 18 años. Cuando termina el proceso pueden continuar, pero con visión ocupacional.

Esta institución utiliza una metodología individual. “Es un trabajo minucioso desde que el niño está en la barriga de su madre, hacemos seguimiento al bebé, nos regimos a un plan individual, dependiendo de la capacidad de cada niño, realizamos los exámenes necesarios para poder cumplir la necesidad de cada uno de ellos”, destaca Lorena Bermúdez, directora de Fasinarm.

Así como Fasinarm, hay instituciones educativas que están vinculadas a políticas inclusivas.

Patricia Barros, docente de la Unidad Educativa Sir Francis Bacon, cuenta que la institución tiene aproximadamente 35% de niños con capacidades especiales. “Cuando por primera vez trabajé  con estos casos me di cuenta de que cada pequeño tiene problemas con sus actitudes, desarrollo personal, físico y mental. Lo primero que se hace es conversar con ellos para saber lo que les gusta y qué quieren hacer en clase. De esta manera obtengo confianza y cuando se trata de trabajar con las materias de lengua y matemáticas me apoyo con videos, arte y figuras que llamen su atención. También utilizamos una estrategia con mis colegas y el rector de la institución.

Decidimos que en cada aula se trabaje con 10 niños, así se realiza un trabajo de calidad.

Un gran ejemplo

Cuando María tenía 8 años presentaba el 85% de discapacidad. Estar en la escuela la hizo fuerte y aguerrida. Al principio sus padres tenían mucho temor de que su hija fuera rechazada por sus compañeros, pero luego evidenciaron su progreso, y ahora que tiene 12 años se ha convertido en una de las mejores alumnas. Está en primero de Bachillerato y sus profesores están convencidos de que, cuando reciban los resultados de sus exámenes, María tendrá solo el 40% de discapacidad y eso evidencia el  trabajo conjunto con los padres.

Jenny Contreras trabaja hace 10 años como maestra de niños con capacidades especiales. “Con ellos aprendí a hacer las cosas con el corazón, porque estos niños nos dan otro sentido de la vida y valoran lo que tienen”. Pero no todos los docentes están capacitados para trabajar con ellos.

El sociólogo Iván Laspina Arellano asegura que uno de los problemas para que la inclusión sea real es la falta de conocimiento a nivel escolar, tanto de maestros como padres, porque todavía no han asimilado esta política pública y, por eso, el nivel de inclusión es relativamente bajo. El aporte del Estado es invalorable. (I)

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