La figura humana y la mujer, ‘musas’ de Marcos Barahona

Marcos Barahona es un joven artista plástico del recinto Lechugal (Guayas), quien desde la infancia (nació en 1970) sintió una conexión con el oficio.

Los primeros dibujos que vio -recuerda- fueron en revistas de cómics que llegaron al pueblo donde vivía. “Era el único entretenimiento al cual se podía acceder”. El artista reconoce que este hecho hace valorar lo que se aprecia en sus obras.

Su primer trabajo, cuando llegó a la ciudad, fue el de dibujante. Después lo tomó como una profesión. Marcos es autodidacta. Aprendió pintura sin ayuda, porque durante su adolescencia no habían instituciones especializadas. A eso se sumó la falta de recursos económicos. Actualmente es profesor. Él considera que su interés por el arte creció cuando halló a Miguel Ángel en los diccionarios.

Barahona se ha autoinstruido en la elaboración del cuerpo humano: músculos y colores. También se ha dedicado a retratar el desnudo artístico.

Las obras realizadas por él son muchas, pero la primera se llamó Cumandá, en honor a la novela de Juan León Mera. La pieza con la que más se identifica es una que representa su infancia. “Esa pintura tiene que ver con una obra de Pablo Palacios, del joven Z, que vendría a ser yo”. Su estilo es el arte figurativo realista.

La transmisión de un mensaje para que el público se identifique con su trabajo es la misión de todo artista en cualquier rama del arte. Para este escultor no tendría sentido hacer algo que ya sabe qué significa:él pinta para luego enterarse qué le está contando ese cuadro. “Si yo tuviera todo claro fuera aburridísimo, ni siquiera pintaría”, acota.

Barahona revela que su fuente de inspiración y admiración es la mujer. Para él, es un misterio: “Ella posee fortaleza única: físicamente delicada, débil a diferencia del hombre, pero tiene un espíritu fuerte”. Además, agrega, ha sido importante en la historia.

Los materiales favoritos por ese pintor son el óleo, el acrílico y la acuarela.