“La expresividad del guayaquileño impresionó al papa Francisco”

Nació en Oñate, España, en 1939. Es doctor en Jurisprudencia por la Universidad de Navarra y doctor en Derecho Canónico por el Pontificio Ateneo Angelicum de Roma. Entre 2008 y 2014 ocupó la presidencia de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana durante dos períodos consecutivos. En mayo de 2003 el papa Juan Pablo II lo nombró Arzobispo de Guayaquil, cargo al que renunció en junio de 2014, según indica la ley canónica por límite de edad, aunque depende exclusivamente del Santo Padre el nombramiento de un sucesor.  

Con el papa Francisco, ¿la Iglesia católica adaptará sus leyes a los tiempos modernos o continuarán rigiendo los mismos principios?

Una cosa es descubrir cuál es el viento cultural de cada tiempo, por dónde sopla, discernirlo y ver lo que aporta de nuevo y positivo, así como lo que aporta de regresión, pues toda obra humana tiene luces y sombras. La Iglesia busca mantener una sensibilidad para comprender “los signos de los tiempos”, como dice el Señor, pero de eso a tener que adaptarse, hay una distancia enorme.

La adaptación supone hacerse de cierto modo al otro, y se brinda cierta apertura a toda brizna, por lo que de ahí surge el diálogo. En definitiva, no se trata de mimetizarse o trasvasar categorías seculares y marcadas por ciertas limitaciones y transmitirlas a la doctrina de la Iglesia. El Papa ha hablado mucho de mundanidad, refiriéndose a cómo el mundo que menciona el apóstol Juan viene a ser como una resaca, un fruto de la desviación por alejarse de Dios y en ese sentido la Iglesia no se adaptará a lo que provenga de un error o inclinación de las más lamentables que tenga el corazón humano, pero tratará de mantenerse en Jesucristo y su palabra eterna para iluminar las circunstancias de cada tiempo.

El papa Francisco pronunció homilías en las que evocó a la unidad de las familias y la importancia de la evangelización.

Me parece que la homilía de Guayaquil fue particularmente sensible a las realidades familiares y las fue confrontando con el buen vino como fuerza vivificadora que viene de Cristo. Esto estuvo marcado también de algunas expresiones muy poéticas, por lo que creo que mucha gente se emocionó. La evangelización en Quito fue un tema más amplio en el que prácticamente todo el cristianismo entra en juego, y el Papa lo presentó como una realidad luminosa y alegre. La expresividad del guayaquileño lo impresionó.

¿A los religiosos también se les ‘suben los humos’?

Todo aquello que es una escalada en la sociedad y en un respectivo ámbito profesional es algo que fácilmente se nos sube a la cabeza. En realidad también ese vicio puede entrar en la vida de los sacerdotes que se sienten respetados por mucha gente, y eso muchas veces nos lleva a pensar que uno es quien se lo ha ganado y se lo ha merecido, por lo que nos creemos la ‘divina pomada’. Eso efectivamente es contraproducente en la vida de un sacerdote.  

Uno de los protagonistas de la visita papal fue el sacerdote ‘Paquito’ Cortés, con quien Jorge Bergoglio se reencontró luego de más de 20 años.

El padre Paquito a sus 91 años está con muchas limitaciones, pero su cabecita está muy clara. Él recuerda cuando el padre Bergoglio, como provincial de los jesuitas en Argentina, hizo un programa de intercambio de estudiantes con Ecuador. Ahí fue cuando se conocieron y después coincidieron en algún otro momento. (O)