La discreta astucia en el tumulto
En la Metrovía, que atraviesa el puerto principal llevando y trayendo cientos de ciudadanos, el robo no es como en la calle, frontal y agresivo. El bus es espacio para el “carterismo”, para la discreción astuta. Por eso, un video denominado “ponte pilas, cuida tus cosas” es proyectado una y otra vez durante el recorrido.
Asimismo, los choferes, con impolutas guayaberas blancas, aparte de anunciar por los altoparlantes el consabido “cierro puertas”, piden a los usuarios atención con sus pertenencias, ya que todos los días hay quejas por robos y no siempre se agarra al “avispado”.
No es que haya tensión o paranoia, pero nadie anda descuidado ni muy distendido. Y mucho menos los “carteristas”, que observan, pacientes, agazapados en el tumulto, hasta que se presenta la oportunidad de abrir, por ejemplo, una de esas carteras femeninas enormes, tan a la moda entre las universitarias... Los celulares, por supuesto, son los más “apetecidos” en medio de la aglomeración; al mínimo descuido, ¡zas!... Y el tipo se queda en la siguiente parada.
La gente lo asume como parte del trayecto, son los rasgos de la ciudad y, dicen muchos, hay que aprender a vivir con eso... El que sabe sortear el bache y no se duerme, no tiene percances. A no ser que un bandido resulte, claro, más despierto.