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La banda de la Marina ha recorrido todo Ecuador

La banda regentada por la Armada del Ecuador interpreta todo tipo de ritmos, en especial los bailables.
La banda regentada por la Armada del Ecuador interpreta todo tipo de ritmos, en especial los bailables.
Foto: Karly Torres / El Telégrafo
18 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

El lugar donde ensaya la Banda Blanca —en el Cuerpo de Infantería de Marina en la Base San Eduardo— es más cerrado que una fortaleza. El objetivo es que las ondas sonoras no salgan del lugar.

En el interior la bulla se esparce por todos los rincones. Ahí 114 músicos, con mucho ahínco y una férrea disciplina, propia de los militares, hacen correcciones a los acordes. Todo con el objetivo que sus presentaciones salgan impecables.

Un día de ensayo comienza a las 07:00 con la llegada del suboficial Carlos Peñaherrera Olvera a la base. Él es el integrante más antiguo de la banda, ingresó en 1994 y es el soporte del director, el también suboficial, en servicio pasivo, Pedro Castro Silva.

Peñahererra, quien es uno de los vocalistas, cuenta que la banda se conformó en 1959, cuando la jefatura de la Armada cristalizó una vieja aspiración: crear una banda de músicos que sea parte de la institución. El objetivo se ha mantenido durante 58 años y para sus integrantes tocar cada vez mejor es un desafío diario.

Por ello cada mañana trabajan con tesón. Llegan y limpian sus instrumentos. Forman y se sienta cada uno en su puesto. Algunos de forma individual ensayan canciones; otros en pareja o grupos reducidos. Cuando este tipo de ensayo concluye, 3 golpes del bombo alerta a los músicos. Está cerca de arrancar el ensayo con el tema ‘Caraluna’ del grupo Bacilos. Muy acompasados inician la práctica.

Trabajamos durante 8 horas al día, dice Peñaherrera. “Los ensayos son constantes porque cada vez aumentamos el repertorio. En los sitios que visitamos el público solicita temas modernos y tenemos que complacer a la gente”.

Para que la Banda Blanca acuda a un lugar se debe hacer una solicitud al Comando de Operaciones Navales. De este departamento se ordena la visita de la agrupación.
Por lo general lo solicitan instituciones educativas y municipalidades. También han asistido a festividades religiosas en varios cantones.

Con la música en las venas

Cada integrante de la banda tiene una historia distinta y un punto de encuentro en su amor por la música.

Peñaherrera, por ejemplo, desde los 7 años sintió vocación por el oficio. En la escuela golpeaba las bancas de metal con las plumas. Luego formó parte de una orquesta en Palestina y en la adolescencia tocó una batería. “Es un instrumento complicado y sin ningún tipo de formación académica hice música”.

A los 18 años ingresó a la Infantería de Marina con el único objetivo de ser parte de la Banda Blanca. Ahora, con 23 años dentro de la agrupación, dice sentirse realizado aunque esa satisfacción se desvanece en cada ensayo.

“Junto al director buscamos que nuestra banda sea la mejor. Tenemos el reconocimiento de nuestro público, por eso en cada ensayo exigimos excelencia”.

Priscila Eugenio Rosero, de 30 años, es una de las 3 mujeres que son parte de la agrupación. Su primer acercamiento hacia la música fue a los 10 años, cuando cantaba frente al espejo e imitaba a Thalía. Su mamá siempre notó que tenía alma de artista. Cantaba muy bien y tenía dominio escénico. Un día escuchó que se realizaban pruebas para formar parte de un mariachi y no dudó en llevar a la pequeña. “Apenas había escuchado rancheras, pero al director de ese grupo le gustó como canté y fui seleccionada”, recuerda Priscila.

Con algo de experiencia decidió aplicar a la Banda Blanca y también fue escogida entre más de 30 cantantes. Su voz dulce y versátil cautivó a Castro Silva.

Una de las características de este grupo es que interpreta varios géneros; gracias a ello ha recorrido todo el país. Entre estos géneros se encuentran el pasillo y el bolero.
En las filas del grupo está el cabo primero Gustavo Castro, de 31 años. Este quiteño es aficionado a la música de Julio Jaramillo.

El parecido de su voz con la del cantante guayaquileño hizo que fuera vocalista del club de fans de Jaramillo; además, como uno de los vocalistas de la banda, es quien interpreta los pasillos y boleros cuando el público lo solicita.

“Siempre supe que mi vocación era la música. Desde pequeño me gustó escuchar a ‘J. J.’, no solo por la letra de sus canciones, sino también por el sentimiento que le puso a cada interpretación”.

César Granja es otro de los integrantes de la agrupación. Es cantante y percusionista. A él también le corre la música por las venas.

“En la escuela ya despuntaba como cantante. Participé en grupos folclóricos e hice música con mis amigos. Ya en la adolescencia decidí cantar en fiestas, hasta que me sumé a un grupo de mariachis, actividad que la alterno con mi participación en la Banda Blanca”.

Los 4 músicos saben la responsabilidad diaria que tienen. Cada uno ocupa su puesto y la Banda Blanca empieza a sonar. (I)

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