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Jóvenes cambian ratos de ocio por labor social en barrios pobres

Jóvenes cambian ratos de ocio por labor social en barrios pobres
05 de abril de 2015 - 00:00

Por Deborah Paladines

En una pequeña oficina de Guayaquil empieza la acción. Treinta personas sentadas en círculo forman un foro en el que todos tienen voz y voto. Los mueve una sola causa: combatir la pobreza extrema en Ecuador.

Los integrantes de la fundación Un Techo planifican las actividades de la semana y se las reparten. En ese encuentro comparten sus experiencias para que los nuevos voluntarios conozcan la realidad.

La voluntaria argentina Gabriela Arrastua conoció por primera ocasión un asentamiento de casas precarias por invitación de una amiga.

Le dolían los pies y sentía que caminaba sobre las piedras. Al ver la situación de esas familias, se imaginó a la suya.

Imaginó a su mamá y a sus hermanos viviendo en las mismas condiciones. “Nadie tenía un cuarto para cada uno, pero aun así la señora que estaba a cargo del hogar hizo comida para sus vecinos y los voluntarios”.

 La voluntaria, después de haber construido una vivienda, cree que  esas personas ahora viven mejor. Tanto se enganchó con el proyecto, que Gabriela ahora es directora social nacional en dicha fundación.

Un Techo es una fundación sin fines de lucro que se halla en Latinoamérica y en el Caribe, fue fundada en 1997. La construcción de casas y desarrollo comunitario es su fin social.

En Ecuador trabaja desde 2008 y empezó construyendo 19 viviendas de emergencia.

Hoy, luego de 6 años, han ejecutado 2.000 edificaciones familiares. “Por medio de techo puedo contribuir por una sociedad más justa”, expresa Eduardo Calderón, encargado de Techo Ecuador (Acción Social del Litoral).  

Una encuesta reveladora

Una cantidad notable de más de 100 personas acampan en un aula escolar, en Durán, en el sector Los Arbolitos.

Cada uno, con su bolsa de dormir y artículos personales, pasará el fin de semana encuestando a familias para conseguir los datos de  esa comunidad. “Soy voluntario desde hace 8 meses. Conocí la fundación por videos recomendados en YouTube”, comenta Luis Campana, coordinador de actividades.

Un Techo tiene 70 voluntarios entre Guayaquil y Manabí, 20 en Quito, 30 en Loja y 10 en Cuenca.  Existen 30.000 a nivel nacional. Muchos de ellos estudian o trabajan.

En Guayaquil la organización ha trabajado por 3 años en el barrio Los Arbolitos.

En el lugar, hasta la fecha, ha construido 80 viviendas de emergencia.

Escogieron trabajar allí tras recorrer todo el barrio y empezar a conocer a la comunidad.  

Precisamente, en este año se desarrolló ECO, que sirve para conocer 8 parámetros que les permiten trabajar en esa comunidad.

En las visitas a las viviendas se escuchan los problemas de los residentes para que la confianza no se pierda. Además, así pueden cooperar en las acciones y detectar algún posible líder comunitario.

Aquello depende de la cantidad de miembros de la  familia y la capacidad del encuestador.

Un día antes llegan en grupo al barrio. Este momento es importante porque en la noche se capacita a los voluntarios.

Acampan en un aula de clases de una escuelita cercana y se levantan temprano, hacen el desayuno y se arreglan para salir  a trabajar.

A las 08:00 salen en parejas a tocar puertas. Cada encuesta dura entre 45 minutos y 1 hora y media.   Abarcan a todas las familias de la comunidad.

Luego se tabula la información, es decir, se  clasifican los datos: familia, ingresos, egresos, educación, trabajo y vivienda. “Los resultados se los mostramos a la comunidad, no nos guardamos nada para nosotros”, indica Jaime Freire, encargado de ECO.

Una vez que detectan las necesidades y fortalezas del barrio, trabajan en él continuamente para poder desarrollar una mejor comunidad y que los moradores sepan emprender nuevos proyectos, ayudarse entre ellos y cuidar su sector.

Baños

Todo empezó cuando se detectó que había barrios en estado de emergencia que carecían de baños.

Hay sectores donde los pozos sépticos se rebosan en épocas de lluvia. Eso causa malestar en las comunidades por el mal olor y el aspecto desagradable.

Por esa razón se puso en práctica un plan piloto de baños secos en un asentamiento detrás de la ciudadela Villa Club (avenida León Febres-Cordero). En el barrio se construyeron 3 baños para la comunidad.

“Lo más difícil es hacer que las personas sean más cuidadosas al lavarse las manos, ya que las heces tienen muchas bacterias”, recuerda Luis Campana.Los servicios son construidos fuera de la vivienda. Se emplea el aserrín porque contrarresta el hedor. (F)

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