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Ian Rugel, el maestro más longevo del karate-do

El maestro Rugel, en primer plano, da instrucciones. En frente, su hija Layla sigue sus movimientos.
El maestro Rugel, en primer plano, da instrucciones. En frente, su hija Layla sigue sus movimientos.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
17 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción País Adentro

Apenas tenía 6 años cuando su papá lo hizo escoger entre el karate o ingresar a los Souts. La decisión fue optar por las artes marciales, actividad que ahora es parte de su vida. Así, Ian Rugel Jaramillo se relacionó con su maestro de karate, Toyotaro Miyazaki, quien luego de vivir más de 40 años en Estados Unidos regresó a Japón.

Desde niño, Ian practicaba en la academia de Miyazaki durante la semana, pero las clases se intensificaban cuando tenía que competir en torneos. Durante 12 años mantuvo un férreo entrenamiento. Cuando cumplió 19 años ya había competido en Estados Unidos en más de 200 torneos.

Aunque su aprendizaje y su vida estaban en el exterior, estar enamorado de una ecuatoriana hizo que regresara al país. Pensó quedarse unos días, pero luego de le ocurrió abrir una academia, Ian Rugel’s Karate-do que está ubicada en Vélez 513 y Boyacá. Transcurría 1979 cuando decidió dar ese salto. Abrió en noviembre de ese año con pocos estudiantes, pero en noviembre el número aumentó y fueron 500 personas. El éxito de su academia hizo que no regrese a Estados Unidos.

Cuenta que el éxito de este arte está en la disciplina. “Muchos padres inscriben a sus hijos para que adquieran seguridad y puedan defenderse. El karate no es para agredir. Cuando uno está bien preparado prefiere evitar cualquier tipo de confrontación.

El profesor Rugel está casado con Beatriz Infante, a quien se refiere como el alma de su academia. Ella es la administradora y presidenta del Club Ian Rugel’s Karate-do.

Tiene 3 hijos: Mónica, de 30 años; Ian, de 26, y Layla, de 23; los 2 últimos siguen sus pasos. Son instructores en la academia.

Con más de 45 años en este arte, Rugel es cinturón negro, noveno dan, está a solo a uno de alcanzar la máxima jerarquía en este disciplina. El último dan se lo otorgan no por peleas ganadas, sino los años de práctica y el aporte que le ha hecho.

Aunque no tiene la cifra exacta, por su academia han pasado más de 3 mil personas. Algunas se han ido, otros han avanzado y han logrado convertirse en instructores.

“Siento enorme satisfacción porque muchos de quienes han mis sido estudiantes han abierto sus academias. Esto no solo ocurre en Guayaquil, tengo discípulos en todas las ciudades de país. Cuando viajo me los encuentro”. (I)

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