Hospedaje informal es un problema para hoteleros
La temporada de playa está a pocas horas de empezar y con ella los hoteleros de General Villamil (Playas) y de Salinas esperan la llegada de miles de turistas.
Los empresarios del sector saben que tienen algo más de 60 días para que el flujo en sus cajas crezca, ya que -en su mayoría- han realizado importantes inversiones para mejorar sus respectivas infraestructuras, reparar o comprar acondicionadores de aire, o que los baños y duchas estén en óptimas condiciones, entre otras cosas.
Sin embargo, este 28 de diciembre, fecha en que ellos consideran el inicio oficial de la época playera, también les trae dudas por el rápido crecimiento del alquiler informal de cuartos para turistas en viviendas o departamentos de Playas y Salinas.
En esta irregular actividad hay dos actores: el enganchador que es quien convence al viajero en la misma puerta de los hostales formales de alquilar en un sitio distinto a un menor precio. El otro protagonista es el dueño de la propiedad, que puede tener una cantidad indeterminada de habitaciones para rentarlas por días, fines de semanas e incluso meses.
Las tarifas son negociables de acuerdo con la permanencia del interesado, pero lo máximo son $ 15 por persona, en cualquiera de los dos balnearios, frente a los $ 25 o $ 30 que como mínimo cobra un hostal en ambos lugares.
El mediador comisiona por cada persona colocada y por los días que permanecerán alojadas.
La situación ha llegado a tal punto que en General Villamil la queja ya fue trasladada por la presidenta de la Cámara de Turismo, Esperanza Saltos, al ministerio del ramo.
Patricio Donoso, titular de la Asociación de Hoteleros de Playas, que agrupa a 55 sitios de alojamiento legalmente establecidos, explicó que el perjuicio ocasionado por estos sitios no es solamente para ellos por los bajos costos que cobran los “dormitorios informales”, sino también al Estado por los impuestos que deja de recaudar.
“Nosotros emitimos facturas, cobramos tributos y los pagamos. Estos lugares no hacen nada de eso. Tampoco tienen empleados ni sueldos que cancelar. Por eso es incalculable el daño que causan”, afirmó.
En cambio, en Salinas, Francisco Fierro, gerente y propietario de la cadena de hoteles Francisco I, II y III, hizo las mismas observaciones que sus colegas de Playas, pero -además- consideró que estos lugares no le ofrecen ninguna seguridad a los visitantes.
“Es un verdadero riesgo irse a meter en estos cuartos. No conozco denuncias formales presentadas ante las autoridades, pero hemos escuchado sobre casos de personas a quienes les han robado prendas o accesorios y nadie se hizo responsable”, recalcó Fierro.
Fierro calculó que por cada habitación de una hostería regulada existen tres cuartos informales de alquiler ofreciéndole a los turistas.
“No dudo que el 15 o 20% de los vacacionistas, especialmente los más jóvenes, acudan a estos lugares”, remarcó.
Mercedes Guerra, jefa de Turismo del Municipio de Salinas, aseveró que en los próximos días se reunirán los concejales para aprobar una ordenanza que prohíbe y sanciona esta ilícita actividad.
Manifestó que este fenómeno se repite en la mayoría de balnearios de la Costa. No duda que la norma que se apruebe en su cantón sirva de modelo en los otros, en donde los hoteleros tienen similares problemas.