Horarios municipales en muelle del sur limitan movilidad de los isleños
Silvestre Parrales de Santa Rosa (Puná) ha dedicado varias décadas a la venta de cangrejos, que recolecta en los manglares de las riberas del río Guayas, que los obtiene tras horas de búsqueda en el lodo.
Hasta hace un mes, Parrales llegaba hasta los muelles del mercado Caraguay, en cualquier momento del día, para vender su producto. Pero actualmente, unos letreros ubicados por el Municipio de Guayaquil en el sitio de arribo de las canoas -cangrejeras y de otros productos-, imponen los horarios para que ingrese cualquier ciudadano por ese sector.
A Parrales, la restricción afecta las pocas ventas que se pueden sacar por un día de trabajo. “El cangrejo está escaso y apenas saco $ 7 diarios... tocará ofrecerlos por otro lado”, lamentó.
Según los rótulos firmados por la administración del mercado, las personas que ingresan crustáceos pueden desembarcar de lunes a sábado: de 04:00 a 08:00 y de 11:00 a 21:00; y el domingo: de 04:00 a 08:00.
Además de esta disposición, los vendedores de otros artículos (frutas, verdura, cárnicos y plásticos) afirmaron que hay la orden de prohibir, después de las 09:00, el ingreso de personas y productos al centro de abastos.
Daniel Eduardo, quien se dedica a la venta de pollos en el mercado, rechazó la medida porque provoca desabastecimiento. “Es una mala hora para prohibir la entrada del producto, ya que en ese momento del día debemos estar abastecidos para quienes no tienen cómo llegar más temprano”, aseguró.
El ciudadano afirmó que la orden llegó desde el Municipio de Guayaquil y que la administración, hasta el momento, no ha solucionado el problema. La situación también afectó la movilidad de los ciudadanos que vienen desde y hacia otros sitios, como las islas Puná y Santay.
A causa de las restricciones, los comuneros de estos sitios no pueden ingresar libremente a los muelles y deben buscar otros sitios para desembarcar en la ribera del Guayas, en el lado de la urbe
Mayerli Carranza, habitante de la isla Santay, comentó que con los nuevos horarios se complican las diligencias que realiza diariamente al visitar a su familia en el barrio Cuba. “Entiendo lo de los productos, pero también estamos las personas que ayudamos a nuestros seres queridos con verduras que podemos cultivar”, dijo Carranza, quien acotó que se forman congestionamientos entre las revisiones que se realizan en el muelle con los marisqueros y pescadores.
Mientras que Raúl Arreaga, de la isla Puná, se quejó de que los horarios restan agilidad en la movilización de otras embarcaciones. “Tanto trámite para solo ingresar... ojalá no tenga alguna emergencia para llegar a un hospital, porque ahí sí tendremos problemas”, acotó Arreaga.
Los compradores, por su parte, también difieren de las repercusiones de los nuevos horarios para el ingreso de mercadería.
Fernando Encalada, de la Pradera, criticó que, en cambio, ahora es más difícil encontrar los puestos que tengan todos los productos que se necesitan. “Normalmente, la mayoría de los puestos está abastecido a toda hora. Pero desde que se cambió el horario, algunos se quedan sin algunas cosas, especialmente cerca del mediodía”, afirmó Encalada.
Entre los comerciantes existe recelo para señalar las anomalías que hay dentro del mercado, debido a que, según los consultados, se exponen a represalias de otros vendedores. La mayoría de los consultados desconoce las razones por las cuales se implementaron los nuevos horarios.
Manuel, quien prefirió omitir su apellido, comentó que la mayoría de disposiciones que se toma al interior del centro de abastos no se consulta con los propietarios de los puestos.
Sobre las nuevas disposiciones, asumió que se debe al desorden que causaba el libre ingreso porque esto se derivaba en competencias desleales. “En algún momento del día, algunos puestos podían contar con mayor variedad de productos que otros, lo que ocasionó malestar en la parte desabastecida”, dijo Manuel.
El vendedor refirió que existe también preocupación porque la guardianía privada del lugar está desarmada. “Estamos expuestos a cualquier agresión”.
Este diario, en dos ocasiones en esta semana, intentó hablar con algún responsable del mercado Caraguay pero no hubo quien respondiera las inquietudes planteadas por los comerciantes.