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Guayaquil y su primera modernidad económica

Guayaquil y su primera modernidad económica
04 de agosto de 2013 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador


Los últimos años del siglo XIX e inicios del siglo XX significaron para el Ecuador la puesta en escena de trascendentales cambios políticos, económicos, sociales y culturales, estimulados por el ascenso de un proyecto liberal modernizante. La compleja trama de procesos locales, regionales, nacionales y también bajo influencias externas, organizó y modeló una modernidad urbana, cuyas características se volcaron hacia rasgos principalmente ideológicos, culturales y literarios, más que económicos y políticos.

¿Por qué ocurrió esto? ¿Qué hizo posible que Guayaquil se convirtiera en el centro de irradiación de la primera modernidad en el país? ¿En qué consistió el “culto” a la idea del progreso como divisa esencial en la construcción de la modernidad ilustrada? ¿Cómo se expresó en Guayaquil ese “culto” que moldeó los “espíritus modernos”?

Posiblemente el factor más gravitante que nos ayuda a explicar la temprana experiencia moderna de Guayaquil es el factor socioeconómico: el peso de Guayaquil en el siglo XIX fue decisivo en el contexto del proceso de acumulación del capital que vivió el país, como consecuencia del “ciclo expansivo, articulador y regularizador de la economía costeña” –en palabras del historiador Willington Paredes- que se inició en el periodo garciano. Asimismo, en esta época se crearon en Guayaquil los primeros bancos, empezando el flujo proveniente de un incipiente capital comercial y bancario: el Banco del Ecuador (fundado en Guayaquil, en 1868), por las condiciones de la agroexportación, se constituyó en eje del proceso de organización, centralización y racionalización mercantil que impulsó el garcianismo.

La eclosión de la economía local y regional tuvo eco en el ámbito social. Guayaquil pasó de tener 15.367 habitantes en 1861, a 44.772 en 1890, culminando el siglo con más de 60.000. Es decir, cuadriplicó su población en un lapso de cuarenta años (1861-1900).

El boom de la agroexportación cacaotera permitió que se produjera una diversificación socioeconómica. En los anuncios publicitarios de la prensa, en la segunda mitad del siglo XIX, también se reflejó el movimiento económico del puerto: el Almanaque Ecuatoriano de 1883 introdujo una serie de estrategias publicitarias tendientes, entre otras cosas, a visibilizar las nuevas condiciones del mercado. En esta publicación guayaquileña por primera vez se hace alusión a la moda femenina, lo que sugiere un cambio de sensibilidad en los gustos burgueses, si comparamos con los anuncios del periodo anterior.

Durante estos años también se crearon numerosas casas exportadoras e importadoras que dinamizaron el comercio guayaquileño, entre finales del siglo XIX e inicios del XX. El auge económico atrajo a muchos extranjeros que optaron por abrir tiendas, almacenes y casas de importación.

Con un desarrollo productivo que duró varias décadas y posibilitó la apertura a los mercados del exterior, Guayaquil se convirtió en la sede del capitalismo en el Ecuador. A partir de 1880, se aceleró el proceso de acumulación del capital y durante el periodo liberal (1895-1920) que coincidió con el segundo boom del cacao, el puerto experimentó un considerable crecimiento demográfico que se expresa en lo que Gaitán Villavicencio y Milton Rojas denominan “el primer gran auge urbano”.

El proceso de modernización socioeconómica de Guayaquil se desenvolvió de un modo más acelerado en comparación con otros espacios urbanos en el Ecuador (Quito y Cuenca, por ejemplo), por las propias condiciones que imponía una ciudad puerto, abierta al mundo exterior e incorporada a los flujos de circulación del capital internacional.

A partir de ese gran impulso económico se originó una mayor división del trabajo y se crearon las primeras organizaciones de trabajadores asalariados, algunos apoyados por el gobierno de Eloy Alfaro. Hacia fines del siglo XIX, el crecimiento económico estimuló la creación de una importante infraestructura en los sectores público y privado. Importantes obras fueron inauguradas, como el Manicomio Vélez, la Escuela de Letras de la Sociedad Filantrópica del Guayas, el Hipódromo, el edificio de la Gobernación, además del establecimiento de las comunicaciones telegráficas con Quito y Cuenca.

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