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Guayaquil y el periodismo moderno

Guayaquil y el periodismo moderno
11 de agosto de 2013 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Durante la etapa de la Revolución Alfarista (1895-1912) hubo un gran desarrollo de los medios impresos en las principales ciudades del país y particularmente en Guayaquil (tanto la prensa “seria” como la “satírica” -esta última, llena de caricaturas y coplas populares-).

Un fenómeno interesante en estos años fue la aparición de las “revistas ilustradas”, a finales del siglo XIX, las que se consolidaron desde 1900. Estas revistas tipo “magazine” florecieron en el puerto principal: “Guayaquil Gráfico”, “Guayaquil Artístico”, “Patria”, “Amenidades”, “La Ilustración”, “Savia”, “Novedades”, “Cultura”, “Brochazos”, “Luz y Sombra”, entre otras.

Los medios impresos de inicios del siglo XX representaban la adopción de nuevas formas de comunicación de masas dirigidas a un público burgués ilustrado que hacía uso de su tiempo libre, dedicándolo a la lectura de “variedades noticiosas” –nacionales e internacionales- y artículos “ligeros” de signo artístico, científico, médico, literario, de curiosidades.

Hay que destacar que el periodismo abrió oportunidades laborales a muchos jóvenes escritores que allí se foguearon, como ocurrió con Medardo Ángel Silva, en las páginas de “Renacimiento”, “El Telégrafo Literario” y muchas otras; así como con José de la Cuadra y Rodrigo Chávez González, en la revista “Savia”. Como explica la historiadora chilena Bernarda Urreojola, “el alejamiento de los poetas de la esfera pública los llevó a circunscribir su radio de acción al ámbito de las humanidades, dedicándose en algunos casos al periodismo, al derecho o a la docencia”.  

La saga de los órganos masivos liberales empezó en 1895, con “El Grito del Pueblo”, que inicialmente fue el principal vocero del radicalismo. Pero las décadas de los diez y veinte fueron, ciertamente, las más prolíficas en la edición de periódicos. Se puede constatar la presencia de dos generaciones de intelectuales liberales que ejercitan la pluma en los medios periodísticos, entre 1895 y 1930: una generación de liberales que actúa desde antes de la Revolución Liberal, la misma que en la década del 20 experimenta un relevo necesario de una intelectualidad joven formada bajo los postulados de la educación laica y cultura liberales e integrada mayoritariamente por sectores medios. Esta última generación encendió la efervescencia periodística de los años 20 y el boom literario del “Grupo de Guayaquil”, en la década del 30, que estaba conformado por Alfredo Pareja Diezcanseco, José de la Cuadra, Enrique Gil Gilbert, Joaquín Gallegos Lara y Demetrio Aguilera Malta.

La labor de la prensa escrita es decisiva en la aparición de esferas públicas, pues, teóricamente, es un instrumento de civilidad, en tanto se opone a las antiguas prácticas del rumor y el chisme, propias de las sociedades de “antiguo régimen”; es decir, sociedades tradicionales no incorporadas a la modernidad. Pero el nacimiento de los primeros periódicos y diarios no crea inmediatamente una esfera autónoma de ciudadanos libres y pensantes.

Desde fines del siglo XVIII, los medios impresos creados en el actual Ecuador se convirtieron en una prolongación del modo cómo los intelectuales se organizaban para intervenir en lo público, mediante sociedades ilustradas, clubes electorales y organizaciones que promovían su producción y circulación. Esas iniciativas pueden catalogarse de “modernas”, pero estamos lejos de presenciar el nacimiento de la esfera pública, en toda su extensión y alcance. De hecho, el periodismo como oficio destinado a informar y orientar a la sociedad, recién estaba buscando un sentido de pertinencia, legitimidad y arraigo social en el siglo XIX.  

Si queremos ensayar una genealogía de la “prensa moderna” en el Ecuador y especialmente en Guayaquil, debemos remitirnos al período liberal radical. Allí se tomó conciencia de la responsabilidad histórica, cívica y social de la prensa. En ese momento, los periodistas se reconocieron como los heraldos de una libertad de expresión que se buscaba alcanzar, a todas luces. Y la autonomía del campo periodístico solo fue posible bajo ciertas condiciones estructurales que se unieron al lento cambio cultural que, en todos los tiempos, experimentan las sociedades.

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