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La ciudad era plaza clave para las intenciones del gobierno quiteño

Guayaquil frente a la primera junta autonómica de Quito de 1809 (III)

Guayaquil frente a la primera junta autonómica de Quito de 1809 (III)
17 de agosto de 2014 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Independientemente de las pugnas al interior de las élites del cabildo porteño que oponían a dos enemigos: el gobernador Bartolomé Cucalón y Jacinto Bejarano (el hombre más rico de la región), existía un espíritu de cuerpo, a más de un severo control social que impedía que los simpatizantes de la insurrección quiteña impulsaran algún pronunciamiento favorable del Cabildo guayaquileño, en respuesta a la Junta de Gobierno de Quito.

Según documentos, el grupo de Bejarano, conformado por algunos cabildantes que comerciaban con Quito, apoyaba el movimiento autonómico. Pero la supuesta cercanía de este círculo con los complotados quiteños, no pesaría en la actitud políticamente correcta de demostrar fidelidad y lealtad al virrey de Perú, a quien Guayaquil estaba sujeto por jurisdicción militar.

La coyuntura interna de enfrentamiento entre los dos grupos dirigentes sería decisiva en la decisión guayaquileña de oponerse a las aspiraciones de la junta autonómica de Quito, una vez que el gobernador Cucalón recibió la noticia de su sobrino, José María Cucalón y Aparicio, quien se encontraba en Quito, de que “la Junta revolucionaria estaba integrando un ejército de 2.000 efectivos para invadir Guayaquil”1. Más aún, se decía que por la cercanía entre los conjurados y el grupo de su principal enemigo, se estaba planificando su remoción en beneficio del coronel Bejarano. Como es de suponerse, las medidas que tomó el cabildo porteño fueron severas. En una proclama del 24 de agosto de 1809, el gobernador Cucalón dice que Guayaquil no necesita nada de Quito y que un ejército está listo para someter a los rebeldes, una vez que ha enviado una carta, sobre la novedad al virrey Abascal2.

Al mismo tiempo, Cucalón suspende el envío de la sal a la capital de la Audiencia3 y emprende una cacería de brujas contra los quiteños que se hallaban en la ciudad, por considerarlos “sospechosos” de colaborar con los sublevados. El acreditado comerciante genovés Carlos Lagomarsino también es apresado y se le embargan más de 40.000 pesos, “pertenecientes a un vecino de Quito”, Guillermo Mariano Valdivieso, a quien el cabildo de Guayaquil le acusa de ser “uno de los principales sostenedores de la sublevación”4.

Las rápidas acciones de Bartolomé Cucalón demuestran su  habilidad política para aparecer como uno de los sojuzgadores de la revolución de Quito, ya que él mismo integra el estado mayor del ejército que envía Lima, según disposición del virrey5, amenazando con invadir “las provincias cercanas al virreinato de Santa Fe y después de las del virreinato del Perú”6. El 2 de diciembre de 1809, las tropas enviadas por Lima y Guayaquil llegan a Quito al mando del coronel Manuel Arredondo e imponen el estado de excepción, persiguiendo a todos los implicados en el gobierno revolucionario. Más de 50 personas son apresadas por las autodenominadas “tropas pacificadoras”, compuestas por 550 hombres, iniciándose así sendos procesos judiciales7.

Por su favorable posición geoestratégica, Guayaquil sabía que era plaza clave para las intenciones del gobierno quiteño. Su cercanía comercial con Lima y la benéfica coyuntura económica que había traído el reformismo borbónico, le abrieron una distancia abismal, en relación a un Quito afectado por las mismas medidas. De hecho, las demandas de la junta quiteña eran  económica y fiscal pues se pidió la extinción del cabezón y de la renta real del tabaco8.

El historiador mexicano, Enrique Florescano, al estudiar el proceso independentista en Nueva España, sostiene que la coyuntura histórica continental de inicios del siglo XIX llevó al “rompimiento de la estructura centralista y la aparición de los conflictos regionales”9. En el caso de la Presidencia o Reino de Quito se comprueba lo que Federica Morelli llama “el triunfo de los cuerpos intermedios”, porque los municipios lideraron la transición hacia el republicanismo, en el contexto de la crisis y disolución de la monarquía hispánica, fenómeno que debe ser leído en las condiciones estructurales de las sociedades implantadas y en tensión con los conflictos sociopolíticos que motivaron el movimiento juntista en toda América Hispana –del que Quito fue parte en Agosto de 1809-, y que desembocó en la  ruptura y guerra abierta entre los criollos y la metrópoli.

1. Jaime E. Rodríguez O., La revolución política durante la época de la independencia. El Reino de Quito, 1808-1822, Quito, Corporación Editora Nacional/Universidad Andina Simón Bolívar, 2006, p. 138.

2. José Rumazo González, “Guayaquil alrededor de 1809”, en Boletín de la Academia Nacional de Historia, vol. XXV, Quito, enero-junio de 1945, p. 224.

3. William Bennet Stevenson, Narración histórica y descriptiva de veinte años de residencia en Sudamérica, Quito, Abya-Yala, 1994 (1829), p. 497.

4. Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, acta del 1 de diciembre de 1809.

5. Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, acta del 1 de diciembre de 1809.

6. William Bennet Stevenson, op. cit., p. 497-498.

7. William Bennet Stevenson, op. cit., p. 497-498.

8. Scarlett O’Phelan Godoy, “Por el Rey, religión y la patria. Las juntas de gobierno de 1809, en La Paz y Quito”, Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, t. XVII, No. 2, Lima, 1988, pp. 79-80.

9. Enrique Florescano, citado en Óscar Almario García, “Muchos actores, varios proyectos, distintas guerras: La independencia en la Gobernación de Popayán y en las provincias del Pacífico, Nueva Granada (1809-1824)”, en Guillermo Bustos y Armando Martínez Garnica, edit., La independencia en los países andinos: Nuevas perspectivas, Bucaramanga, OEI-Universidad Andina Simón Bolívar, 2004, p. 145.

(Texto de Ángel Emilio Hidalgo, “Guayaquil frente a la primera junta autonómica de Quito de 1809”, Revista Afese, No. 51, Quito, 2009).

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