Ferni Páez pasó del cuadrilátero a vender libros
La historia de Ferni Páez Micolta es digna de un libro, de esos que él tiene apilados en su local, ubicado en Pedro Moncayo y Alcedo.
La mitad de su vida estuvo dedicado al boxeo profesional y la otra mitad a la venta de libros usados. Nació el 19 de julio de 1962.
Cuenta que tuvo una vida muy dura. Viene de un hogar disfuncional y se crió solo con su mamá y su hermano. Tan dura fue su vida que pasó buena parte de su infancia en un internado. A los 14 años regresó con su madre a un pequeño cuarto en El Oro y Lizardo García.
“Tuve una vida difícil, pero jamás me quejé y seguí adelante”.
Su gusto por el boxeo empezó desde muy joven. Cuando estaba en la escuela se reunía con su compañero, Héctor Cortez, después de clases y practicaba. Su afición fue tal que otros compañeros le vieron potencial y armaron un grupo y entrenaban.
Todo era como hobby hasta que Pedro Ordóñez lo llevó a la Asociación del Guayas (hoy Fedeguayas), donde encontró un entrenador muy estricto con quien entrenó poco tiempo, hasta que se encontró con Roberto Arveláez. A los 18 años se graduó en el colegio y se dedicó por completo al boxeo, deporte que le permitió disputar torneos nacionales e internacionales, sudamericanos en Argentina y en Perú. Fue 3 veces campeón nacional de boxeo.
Ferni es de esas personas a quienes les tocó un mundo complicado. Desde pequeño tuvo muchas necesidades. En su local, donde vende libros, tiene algunas fotografías del presidente Rafael Correa, de quien se declara seguidor.
“Soy 100% correista, es un gran presidente, ha trabajado mucho para aumentar la equidad, generar empleo, ha invertido en la educación, en las universidades, en carreteras. Ayuda a las madres solteras y adultos mayores”. (I)
El declive de la venta de libros usados
Ya retirado del mundo del boxeo, Páez se dedicó a instalar un negocio para poder mantener a su esposa y sus hijos.
Tuvo la idea de vender libros usados, porque la necesidad lo obliga a buscar la forma de ganarse la vida.
Inició con una pequeña biblioteca y con la ayuda de su hermano la dotaron de libros usados que luego los vendían.
“Ahora el negocio ha decaído, se vende poco, las personas no leen. Tengo que dar clases de boxeo y así vivo”. (I)
