Los ojos marrones de María Valencia, de 10 años, saltaron de la impresión al ver por primera vez tan de cerca un avión de más de 30 metros de largo cuando llegó a la pista de aterrizaje de la Base Aérea Simón Bolívar de Guayaquil.

Unos cincuenta metros separaban a la pequeña  del impresionante Boeing 737 de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). Lo contempló por unos minutos y luego lo abordó junto a otros 99 niños de diferentes cantones del Guayas.

Al subir a la nave, María corrió hacia uno de los asientos con ventanilla para no perderse el paisaje de la ciudad desde las alturas.

Junto a ella estaba Ximena Guerrero, de 12 años, quien soñaba con conocer todo Guayaquil y lo hizo desde el cielo. Ambas viven en el cantón El Empalme y por primera vez visitaban el puerto principal.

Los asientos estaban ya ocupados y los niños esperaban ansiosos el despegue del Boeing. Apenas empezó a moverse el avión sobre la pista los gritos ensordecedores de los menores llenaron la nave hasta la cabina.

Las emociones aumentaron cuando la nave empezó su ascenso. Unos se agarraron fuertemente de los asientos y enviaron su cuerpo hacia atrás, mientras que otros prefirieron mantener sus ojos cerrados.

Cristhian, de 9 años, y Alejandro, de 10, se persignaron y encomendaron a Dios para regresar sin contratiempos. Los pequeños compartieron los asientos con un hombre disfrazado de Papá Noel.

Cruzaron algunas palabras sin dejar de estar pendientes del paisaje de la ciudad. “Wow, mira cómo se ve Guayaquil. Mira, las casas chiquitas. Esa, esa es la mía”, decía emocionado Christian, quien se llevó un susto cuando  el avión dio la vuelta.

Matías, de 6 años, sentía que iba a caerse al agua cuando observó por la ventanilla el río Guayas, y Emanuel, también de 6, no dejaba de sonreír y mover sus piernas por la emoción.

El pequeño, que vive en Durán, tiene en los aviones y helicópteros sus juguetes preferidos y este martes 18 de diciembre por primera vez vivió la experiencia de subirse a  uno.

Ya en el aire y más tranquilos, algunos niños empezaron a registrar el momento. Uno de ellos fue Omar, de 9 años, quien con su celular grabó el sobrevuelo para luego enseñárselo a su abuelo.

Alrededor de 15 minutos duró el paseo aéreo en el que 220 pequeños cumplieron su sueño de volar gracias al programa de acción cívica “Alas para la Alegría”, que realiza la FAE hace 40 años. (I)