“Es uno de los 5 cantones más caros del Ecuador”
Usted formó parte de los investigadores del estudio en Cañar. ¿Cuál fue el indicador que más lo sorprendió?
Lamentablemente hemos tenido una cultura de preocuparnos por los que se fueron, pero no por los que se quedaron. Me sorprendió, aunque era algo previsible, ver las condiciones en que viven los hijos de padres migrantes que quedaron al cuidado de, en el mejor de los casos, otros familiares y hasta de vecinos. Esa situación lleva a que sufran presiones, que bajen en su rendimiento escolar y que tengan sentimientos de angustia.
¿Cómo afectó a la sociedad cañarense el éxodo de sus miembros?
En el caso de los últimos años, las crisis financieras en EE.UU., España y hasta Grecia afectaron las remesas. Pero durante la época de bonanza para los migrantes -que duró desde principios del 90 hasta mediados de esta década- los precios de los artículos suntuarios, como los celulares, inclusive básicos, como la vivienda, escalaron de manera impresionante. Antes del feriado bancario (2000), un terreno en el sector rural llegó a avaluarse en 140 mil dólares. Esta situación hacía imposible que aquellos que decidimos no emigrar tener propiedades.
¿Fue por la excesiva demanda de los emigrantes? ¿Eso, al contrario, no debió provocar que bajaran algunos precios?
El punto es que cuando a un emigrante le interesa, por ejemplo, una casa que queda en la misma cuadra en la que vivía cuando estaba en Cañar, hace todo lo posible para adquirirla, inclusive ofertar sumas exorbitantes. A veces, una vivienda era avaluada en 60.000 dólares, pero el emigrante ofertaba hasta 100.000 dólares para asegurarse de que iba a ser suya. Ese comportamiento hizo que los precios escalaran en el cantón. Otro ejemplo es el de cuando venían los migrantes de vacaciones y cogían un taxi. La carrera les costaba dos dólares, pero pagaban diez o quince y hasta le decían “quédese con el vuelto” al taxista.
¿Entonces Cañar fue una ciudad cara mientras duró la bonanza de los migrantes?
Cañar sigue siendo una ciudad cara. Estudios revelan que la urbe más cara del país es Biblián y de ahí le siguen Cañar y Cuenca. Si bien esos informes pueden tener variaciones, de lo que sí podemos estar seguros es de que Cañar es uno de los cinco cantones más caros del Ecuador.
Hablando sobre aspectos humanos, ¿qué cambios ha palpado desde el 2000, cuando fue el “boom” de la migración hacia EE.UU. y Europa?
El más preocupante es la desvalorización de la cultura cañari. Los niños indígenas ya no hablan quichua y prefieren estudiar inglés. Algo parecido pasa con la vestimenta. Cada vez menos se ve a las niñas con faldas multicolores, porque ahora usan jeanes de marca y los niños no utilizan las camisetas autóctonas y usan ropa que les envían desde Europa. Además han variado las expectativas de vida. Los jóvenes ya no aspiran a estudiar una profesión, sino dejar el país lo más pronto posible, así no tengan nada asegurado en el exterior. Otro de los aspectos es el nacimiento de estos grupos juveniles conocidos como pandillas.
Pero las pandillas son colectivos habituales en las ciudades…
... En el caso de Cañar hasta hace diez años no existían. En varias comunidades ya operan y los índices de violencia se han incrementado en la provincia, mas no tanto en el cantón. Hay una que está en Biblián conocida como Mano Negra, dicen, que tiene su origen en los Estados Unidos. Lo cierto es que también están llegando a las parroquias rurales del cantón Cañar.
¿Qué derechos de los niños se han vulnerado con el fenómeno de la migración?
Es preocupante el incremento de casos de abuso sexual de los menores en los últimos años y es más alarmante que los agresores sean aquellos a quienes se les ha encargado su cuidado y guía.