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En Nobol la Navidad gira alrededor de Narcisa

En el ingreso al cantón, una gran escultura de la santa de la localidad da la bienvenida.
En el ingreso al cantón, una gran escultura de la santa de la localidad da la bienvenida.
Foto: Alfredo Piedrahíta / El Telégrafo
24 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción País Adentro

El ambiente navideño se nota por todos lados, dice el comerciante José Carlos Burgos. La entrada al Santuario de Narcisa de Jesús, en el cantón Nobol, a solo 40 minutos de Guayaquil, luce abarrotada de comerciantes.

La venta de ropa, de juguetes y de artículos navideños inunda la vía que conduce desde la carretera hasta la capilla de la santa.

La Navidad se vive en las calles y está en las costumbres y en la gente, reconoce Azucena Morán Zambrano, quien pertenece a la quinta generación de noboleños que tiene parentesco con la santa Narcisa de Jesús Martillo Morán. Morán, de 78 años, cuenta que Nobol siempre tuvo como tradición armar los pesebres y rezar las novenas.

“Nosotros somos muy fieles a la religión católica por ser el pueblo de una santa. Aquí los habitantes aún hacemos novenas e invitamos a los vecinos a un chocolate. Desde el 16 de diciembre se pueden ver en las calles representaciones del nacimiento de Jesús que se hacen con niños. No tiene la misma connotación de hace 50 años, pero se mantienen”.

Para el sacerdote rector del Santuario de Narcisa, Stanley Henriques Cornejo, el poblado es muy devoto de todas las creencias religiosas pero eso no lo ha eximido de caer en lo comercial. El religioso, que tiene 9 años en la comunidad, asegura que más allá de que los habitantes sean muy fieles a las costumbres del catolicismo se nota un sesgo comercial que está por encima del verdadero sentido de la  Navidad que es el nacimiento del Niño Jesús. “Buscamos que no se pierda el significado de la festividad. Realizamos la novena en las tardes y la misa el 24 de diciembre, pero no a medianoche porque no somos parroquia”.

Doris Delgado, de 61 años, recuerda que desde que Nobol era parroquia del cantón Daule fue un poblado religioso. “Cuando era niña se realizaban novenas y nuestros padres nos disfrazaban de pastores. Era un pueblo muy pobre pero muy religioso. Recuerdo a los niños rezando y cantando frente al pesebre. Nuestros padres hacían un esfuerzo para que participemos. Pero aún en la pobreza hubo ambiente familiar ”.

La modernidad y la tradición

Víctor Álvarez, de 48 años, es uno de los habitantes que organizan la novena. “Empezamos todos los 16 de diciembre con el objetivo de que los niños entiendan que la Navidad es un momento familiar, un instante de compartir con amigos, de ser buenos seres humanos. Pero aún con ese deseo no podemos negar que esta festividad religiosa está acompañada de una serie de movimientos comerciales que van en menoscabo de lo que se pretende inculcar en niños y jóvenes”.

Lorenzo Trejo, de 49 años, considera que el ambiente religioso se mantiene indeleble en la comunidad. Dice que el poblado es muy religioso y creyente, pero eso no lo libra de las compras.

“Vemos en los últimos días del año cómo los noboleños adquieren ropa y otros bienes. Nadie está en contra de eso. Todo ser humano tiene derecho a comprar lo que necesita, pero no podemos omitir que la Navidad es un día para compartir lo poco o mucho que tenemos con nuestros los semejantes”.

Al comerciante de ropa, Rosendo Ronquillo, el ambiente navideño le permite vender más que en el resto del año. Dice que los noboleños se dejan arrastrar por el comercio y que se olvidan de la festividad religiosa. “La cercanía con Guayaquil hace que este pueblo sea un sitio comercial. Eso no justifica que se olviden del verdadero significado de  la Navidad”.

Juan Ramón Palma, de 47 años, es comerciante de artículos navideños. Asegura que la Navidad ya no es como hace 35 años. “Este pueblo es religioso. Algunas veces fui pastorcillo en las representaciones que se hacían del nacimiento de Jesús. Ahora la tradición se ha perdido y las pocas personas que lo hacen tienen que pedirles a los niños de favor que los ayuden”.

A pesar de la paulatina pérdida de la tradición, el comercio aumenta. “He vendido más de 50 juegos de luces a $ 10. Apliques de Papá Noel y sus renos a $ 15 y guirnaldas a $ 3”. (I)

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