En Jama, sus habitantes trabajan en la reconstrucción
Al llegar a Jama, el gigante monumento de un mono da la bienvenida a quienes la visitan. Su calle principal es hoy una plataforma de maquinaria que retira escombros de las casas derribadas por el terremoto del 16 abril.
“Pero estas no son todas las casas, a este cantón el terremoto le dio muy duro”, es la frase que dicen los que llegan a esta área para conocer los resultados del desastre natural.
Al caminar por sus calles, un vallenato se escucha entre el silencio de la cálida localidad. “La música nos anima”, dice una moradora del lugar que se encuentra en uno de los albergues instalados. Es allí y en varios lugares donde hace más de un mes están invadidos de un sinnúmero de militares, organizaciones no gubernamentales y servidores públicos de varias instituciones.
De la iglesia católica central solo queda el campanario que sostiene el reloj: las paredes a su alrededor colapsaron y a pesar de eso son ocupadas por los fieles que asisten a las respectivas misas.
Por la mañana voluntarios y servidores del Estado ecuatoriano inician sus actividades. Levantan información, hacen actividades sociales en albergues, evaluación de viviendas y sociabilizan los planes de gobierno. La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales ADRA recorre los sectores urbanos y rurales de Jama, en coordinación con el MIES. Este grupo de voluntarios se estableció en el cantón 4 días después del terremoto.
En el Comité de Operaciones de Emergencia (COE), situado en el estadio Arnulfo Cevallos Intriago, Paola Pabón, ministra de la Gestión de la Política, explicó a los representantes de los diferentes organismos sobre las opciones que se deben presentar a los damnificados a partir de tres componentes: un bono de acogida, de arrendamiento, o el traslado a un albergue.
Jama se mueve incansablemente gracias a manos que trabajan por un consolidado proyecto de resurgimiento para dejar atrás escombros, lágrimas y miedos. Son muchas personas las que arriman el hombro. (I)