En el centro de Guayaquil: recursos subutilizados y espacios sin habitantes

Las parroquias del centro de Guayaquil (tradicionales: Ayacucho, Bolívar, Olmedo, Pedro Carbo, Roca, Rocafuerte, 9 de Octubre, Sucre, Urdaneta; y populares: García Moreno y Letamendi) pasan de ser las más pobladas de la ciudad hasta 1974 al tener apenas el 10% de los habitantes, según el censo de 2010, los guayaquileños están abandonando el centro, la tasa de crecimiento es negativa desde 1974 [1]. Podríamos decir que los servicios administrativos y el intercambio (comercio) han desplazado a las viviendas pero el problema es más complejo.

La población de las parroquias centrales es más adulta que en el resto de la ciudad, el 23% es mayor de 50 años (en la Febres Cordero y la Ximena aproximadamente el 19% es mayor de 50 años y en la Tarqui solo el 15%). La mayoría de las viviendas son departamentos, el 53% (en toda la ciudad los departamentos son el 12,9)[2]

El centro es el sector mejor dotado de la ciudad, con espacios públicos, equipamiento comunitario y todos los servicios básicos, según el INEC en 2010, el 99% de las viviendas estaban conectadas a la red de agua potable, el 95% a la de alcantarillado, 98% a la energía eléctrica y el 99% tiene servicio de recolección de basura. En la zona se encuentran los edificios de la Gobernación, el Municipio y el Gobierno Provincial. También hay un hospital general, 4 hospitales especializados, 13 centros de Salud, 128 establecimientos educativos, de los cuales 81 tienen acceso a internet y 42 a la biblioteca; se instaló la nueva Universidad de las Artes[3].

En el centro hay 18 Unidades de Policía Comunitaria, el problema de seguridad está vinculado al despoblamiento. La vida, el ir y venir, el bullicio en las calles del centro termina entre las 18:00 y las 19:00, después de esa hora tenemos una ciudad apagada, no hay puntos de encuentro, los parques se cierran, no hay terrazas donde disfrutar el frescor de la noche, ni donde tomar un refresco. Solamente en las 6 manzanas de la “zona rosa” y en el cerro, en la parroquia Pedro Carbo, es donde la vida y la diversión continúan hasta la medianoche.

Las políticas municipales de “regeneración urbana” no han sido suficientes para promover la vida en el centro, el hábitat se ha deteriorado, los promotores inmobiliarios no tienen incentivos para desarrollar proyectos en el sector; hay un sin número de edificios vetustos desocupados, usados como bodegas (como sucede en la ‘Bahía’, en la parroquia Olmedo), edificios de una planta acondicionados para locales comerciales, solares vacíos o usados para estacionamiento de vehículos.

En el centro también tenemos un problema con el régimen de propiedad, hay edificios de entre 3 y 5 plantas con departamentos que fueron construidos como patrimonio familiar o como patrimonio de medianas empresas, cuyos actuales propietarios necesitan transformarlos en propiedad horizontal, para repartírselos, reformarlos y potenciarlos. No se ha planificado el crecimiento de la ciudad y ahora Guayaquil tiene incuantificables recursos sub-utilizados en el centro.

La parroquia Febres Cordero completó su capacidad en 1982, llegó a los límites del estero, lleva 30 años con crecimiento cero; la Ximena, que limita con el río, los puertos y los Esteros, completó su capacidad en 2001, cuando ocuparon la Isla Trinitaria. En ambos territorios el proceso de consolidación y urbanización ha sido lento y costoso para la dotación de servicios, con movilización popular en unos casos, con negociación clientelar en otros, se ha ido construyendo el hábitat popular. La totalidad de la Febres Cordero fue ocupada por asentamientos informales y también la mayoría de la parroquia Ximena (Guasmos e Isla Trinitaria).

La parroquia Tarqui ocupa el 70% de las 34.450 hectáreas del territorio circunscrito por el límite urbano de Guayaquil, estaba reservada para el desarrollo de negocios inmobiliarios (Alborada, Sauces, Guayacanes, Las Orquídeas) y para parques industriales (Inmaconsa, en km 8 1Ž2 de la vía a Daule). Con la construcción de la vía Perimetral en 1988, la Tarqui fue incorporada a la trama urbana y fue ocupada sin planificación, sin servicios, en laderas de cerros en situación de riesgo, en asentamientos dispersos, donde viven aproximadamente 800.000 pobladores, en Bastión Popular, en el 8 1Ž2, en Flor de Bastión, en El Fortín, en Monte Sinaí, Pancho Jácome, entre otras.

Con la vía Perimetral también se incorporó la vía a Samborondón, donde los promotores inmobiliarios desarrollaron sus proyectos, blindados por el río, de las invasiones y de los traficantes de tierra. Ahora, con la instalación de centros comerciales y otros servicios tenemos una nueva centralidad en la vía Samborondón.

La Arq. Ana María León plantea la necesidad de “un cambio de mentalidad de parte de urbanistas, promotores e inversionistas,… un cambio en estrategias de financiamiento,… un cambio de actitud de parte del Municipio en cuanto a su papel en el desarrollo urbano y la planificación de la ciudad”[4]. Si tenemos en cuenta la población que el centro tenía en 1982 estaría en capacidad de albergar 148.933 nuevos habitantes, (unas 37.000 nuevas viviendas) con todos los servicios, en lugar de plantear nuevas áreas de expansión de la ciudad, que requieren nuevas inversiones.

En el centro hay que desarrollar una reforma urbana que supere los límites de la regeneración y que involucre al Municipio, al Gobierno Nacional, a los propietarios, a los promotores inmobiliarios, a la academia, a los profesionales, a la banca pública y privada. Solo de esta forma, con el compromiso de todos los actores involucrados lograremos recuperar la esencia de la vida urbana combinando los espacios para la reproducción de la fuerza de trabajo, con los de intercambio y los servicios; combinando la vivienda, los parques, los espacios para la recreación, con el comercio.

[1] INEC, Censo de Población y Vivienda, noviembre 2010
[2] INEC, Censo de Población y Vivienda, noviembre 2010
[3] SENPLADES, Informe sobre situación del Distrito 3, de la Zona 8.
[4] León, Ana María. Repoblar el centro. www.gkillcity.com.