Los vecinos piden aprovechar mejor la infraestructura
En Coviem hay mercado, pero no vendedores
Los vehículos que hacen fletes en las aceras, el vaivén de cargadores de bultos, el olor a cilantro, el aroma a carne cruda y el piso húmedo son características comunes en los mercados municipales de Guayaquil. Son “indicios” del ajetreo diario de estos espacios comerciales.
En el Mercado Huancavilca, creado entre los años 2000-2004 (así reza su placa de cemento), se escucha el choque del aire contra la maleza, se observa un paradero con capa de hollín, el suelo está reseco y a una cuadra no hay transeúntes. La puerta tiene una cadena y un candado.
Es la realidad de una obra construida por el Municipio de Guayaquil, con recursos públicos, para abastecer de víveres al sur del puerto principal, pero que no funciona.
Las enredaderas crecen en el cerco metálico y varias lámparas permanecen prendidas en el día en el mercado del barrio Coviem.
El vecino Genaro Coronel ayer barría el portal de su vivienda para dar buena impresión a las visitas que nunca llegan.
“Yo vendía legumbres en un puesto del sector”, recuerda mientras observa la moderna edificación de casi una cuadra (entre las manzanas 38, 39, 42 y 47).
Con el tiempo -añade- los comerciantes se retiraron hasta que cerró sus puertas. “Hace 6 años aproximadamente. Esto es botado todo el día”, expresa.
El residente anhela que el Cabildo haga algo productivo con ese espacio, pues permanece subutilizado (solo el costo del mercado de la Casuarina superó los $ 2,6 millones). En su opinión se podrían ocupar algunas estructuras para construir una unidad de policía comunitaria.
“En las noches hay gente que se sienta en el paradero (del mercado) para drogarse y tener relaciones sexuales en la banqueta”, denuncia.
También el morador Segundo Naranjo se queja de las luminarias dañadas. “Eso se presta para delinquir. Aquí han dejado botadas y amarradas a personas que sufrieron secuestro ‘exprés’”.
Luis Suárez considera que el fracaso del proyecto se debe a que ya funcionaban tiendas en el área. “Es una obra grande y abandonada”, opina.
En el sitio permanecen guardias del Cabildo que custodian el interior de la edificación. (I)