El usuario solo quiere un buen servicio
Sospechoso e imprudente. No cabe duda. Inaugurar el servicio de la Metrovía el día anterior de las elecciones suena, de lejos, a publicidad. Y por otro lado, a un momento poco oportuno.
¿Los planificadores y las autoridades municipales están conscientes de la cantidad de usuarios de la Metrovía que el día de las elecciones usaría ese servicio? ¿Suponen que ese domingo todos estarán al tanto de las modalidades, paradas, señalización y demás “innovaciones” que le toca afrontar al ciudadano? ¿Se habrá pensado que la salida de los buses conlleva cambios en las rutinas y que la reacción de los choferes (como ha sido tradición en este país) no será la de cantar alabanzas por el retiro de sus unidades?
Como se explica en la nota informativa de esta página, todavía están pendientes varias cosas, soluciones prácticas y concretas para el peatón y para el pasajero. Ante todo hay que pensar en ellos y no en las ventajas proselitistas y políticas de quienes hacen el negocio y de quienes disponen la política para este servicio público.
Si fuese lo primero, se habría visto una campaña de educación y de información, pero hasta ahora solo ha sido de promoción. Eso hace la distinción: cuando un ciudadano recibe ayuda, vía información, agradece y se interesa, porque sabe que ahí tiene una respuesta a sus más elementales dudas. En cambio, si recibe solo propaganda, en la segunda ocasión se desconecta.
Por eso, la Alcaldía y su máxima autoridad no deben tener ningún recelo en salir y mostrar las ventajas del nuevo servicio, de las condiciones en que se recibe y se adapta a las circunstancias concretas de esta ciudad, por donde se mire.
Por ahora, si hay correspondencia con la crítica y el análisis más frío, lo ideal sería dejar para después de las elecciones la inauguración de este servicio, que además ha sido una larga demanda guayaquileña, que casualmente se satisfaría un día antes del sufragio.
Unos días después, “descontaminados” de la propaganda electoral, los usuarios y la ciudadanía en general podrían entender mejor de qué cambios sufriría su rutina diaria. No hay que pensar como pasajero de un auto particular, sino como uno de un bus para saber todo lo que ello conlleva en esa rutina.
Entonces, ni se trata de abrir un debate y una consulta popular, sino de acudir al más común de los sentidos para dar salidas prudentes y oportunas a problemas, que en otras ciudades ya se vivieron, sin tener de por medio procesos electorales, menos aún un feriado de por medio que no ayuda mucho a desarrollar una campaña informativa plena.