El Tren de la Dulzura recorre 5 cantones de Guayas y la historia productiva de la región
El silbido y rugir del motor de la locomotora a vapor anuncia la partida del Tren de la Dulzura hacia la ruta Durán-Bucay-Durán.
El recorrido completo dura 4 horas. El vaivén de los vagones, sobre la línea férrea, se fusiona con el saludo de los pobladores de los cantones por dónde pasa el tren que unió a la Costa y la Sierra.
La obra empezó a gestionarse con el presidente Gabriel García Moreno pero la culminó Eloy Alfaro.
Para el viaje, la puntualidad es primordial. El embarque de los pasajeros inicia a las 07:00 con el registro de los boletos y 07:30 se aborda los vagones. A las 08:00 inicia la aventura desde Durán y culmina a las 17:50 en el mismo sitio.
En este lugar, desde 2013, Marisol Rodríguez teje carteras, bolsos y viseras para damas y caballeros con las imágenes del tren dentro del mapa del Ecuador. Esto se ha convertido en la forma de subsistir de esta guayaquileña.
“Mi casa es el taller donde elaboro los diseños en cuerina y en bambú. Algunos llegan hasta Europa”, dice la mujer que vende sus creaciones desde $ 10, pero también está dispuesta a negociar.
La travesía tiene paisajes variados, desde plantaciones de caña de azúcar, cacao o arroz.
Los turistas que realicen el viaje estándar pagan $ 30 por boleto y los menores de 2 a 11 años o las personas con discapacidad, $ 20.
Este paquete turístico incluye una parada en el Café del tren de la estación de Yaguachi, brocheta de frutas, exposiciones sobre la historia del cantón y sus plantaciones, explica Lidia Pineda, jefa de guía.
El paquete Plus, además de los beneficios del nivel anterior, ofrece un recorrido por la finca San Rafael y el almuerzo. Ambas expediciones cuentan con una explicación —en la parada de Naranjito— de los tipos de cacao fino ecuatoriano.
Las frecuencias son viernes a domingo y feriados.
En Yaguachi, a un lado del mercado, Blanca Margarita Roman, en una moto junto a 2 de sus 4 hijos, recuerda que de niña su padre la llevó a pasear en el tren
“Le prometí a mi hijo mayor que él va a conocer el tren por dentro y no solo desde afuera. Esto será en reconocimiento a su esfuerzo estudiantil”, dijo la mujer de 37 años.
Minutos después, para ‘estirar las piernas’, olvidar la cotidianidad de Guayaquil y aprovechar un obsequio por una membresía, los esposos Luis Naranjo y Ligia de Naranjo bajaban de uno de los vagones. Se aventuraron a ser parte del Tren de la Dulzura.
“Es la primera vez que nos embarcamos en esta modalidad de viaje. Nos parece muy entretenido y mucho mejor en comparación a lo que se promociona”, comenta Naranjo quien aprovecha la parada en Yaguachi para hacer compras a los artesanos del sitio.
En los vagones, los pasajeros pueden comprar en un bar surtido frutas frescas, jugos naturales, infusiones de té, café negro, capuchinos y otras variedades de bebidas no alcohólicas que se cancelan al solicitarlas y que no están incluidos en estos paquetes.
Los aventureros que llegaron en el Tren de la Dulzura, desde las 12:00 hasta las 13:00 y unos minutos más pueden recorrer el cantón Bucay mientras los vagones reciben limpieza. Un baile folclórico es la apertura del recibimiento a los turistas que al bajar se encuentran con una estructura de madera de 2 pisos con mirador dónde se puede degustar una variedad de platos típicos.
Al atravesar la plaza de artes se puede encontrar una docena de artesanos que han hecho de este espacio, desde la llegada del Tren, los fines de semana y feriados, un lugar para aumentar sus ingresos económicos. Todo para desarrollar el arte y el comercio de este cantón. (I)
