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El tamaño de un árbol confronta a moradores de Urdesa Central

La especie, abandonada en 1998,  fue rescatada por una ciudadana que  se encarga de que las ramas no dañen los cables del sector. Foto: William Orellana | El Telégrafo
La especie, abandonada en 1998, fue rescatada por una ciudadana que se encarga de que las ramas no dañen los cables del sector. Foto: William Orellana | El Telégrafo
10 de marzo de 2014 - 00:00

Un ficus de cerca de 20 metros de altura, plantado  en Las Monjas y Guayacanes (Urdesa Central), es el motivo de una discordia entre vecinos del sector por  las hojas que caen  y la fauna que atrae.

Incluso, la Dirección de Áreas Verdes del Municipio considera que las raíces y el tamaño del árbol pueden representar un peligro para las viviendas  que están cerca, comentó Caterina Petrilli, propietaria del ficus.

La ciudadana no comparte esta percepción y para proteger la especie  inició una campaña de recolección de firmas para evitar la tala. Hasta la semana pasada recogió 700 adherentes a la causa.

Los vecinos de Las Monjas y Guayacanes sugieren a las autoridades del Cabildo que apoyen en la poda de las ramas más abiertas, pero no  todas porque aquello  dejaría sin hábitat a palomas, colibríes, iguanas, ardillas, incluso, murciélagos frutales.

Para la dueña del ficus, es la segunda vez  que pasa por esta situación de que alguien está inconforme con el árbol. En 2009 una vecina se quejó porque  las aves se defecaban al pie de su casa.

Hace 15 días, en cambio, trabajadores  del Municipio se acercaron al lugar a tomar fotos. Uno de ellos señaló que una señora “con apellido chino”  puso la queja ante el Gobierno seccional.

La persona en cuestión es Alicia de Pawhing, vecina de Petrilli, quien se quejó de que, a diario, debe barrer hojas y limpiar heces de aves que anidan en el ficus.

Sin embargo, otros habitantes del sector no están de acuerdo con   que se tale  el árbol. Metz Ávila, por ejemplo, considera que la especie no le incomoda a nadie.

Acotó que Urdesa es uno de los pocos sectores de la ciudad en donde la fauna y flora nativa del cantón conviven con las personas.

En el sector son comunes el  samán, ciprés y otras especies de gran tamaño, dentro y fuera de las casas. Yamel Garzozi aseguró que el ficus de Petrilli “es el primero que causa tanta polémica”.

En la avenida 5° y Las Lomas, por ejemplo, existe un samán que supera en tamaño a la especie protegida por Petrilli. Sin embargo, los moradores  no están incómodos con su presencia. Marta Lin, habitante de la zona, cada vez que espera carro busca la sombra del samán cuando hace sol. La planta es tan tupida que incluso “me protege de la lluvia”.

En cuanto al ficus, según Petrilli, Abel Pesantes, director de Áreas Verdes, le informó que las raíces, al buscar humedad, podrían afectar directamente la tubería de agua. Además, “que un ventarrón podría hechar abajo el árbol”.

Ante las observaciones del Cabildo, Petrilli buscó asesoría con botánicos y grupos protectores de plantas, como Árboles Sin Fronteras (ASF), y se concluyó que la especie no representa peligro alguno. “En 16 años de plantado no ha causado daño, no podría hacerlo después”.

No descartó buscar la opinión de técnicos del Ministerio de Ambiente. Incluso ASF  ayudó a la ciudadana a recoger   firmas para evitar la poda. La campaña se extendió a las redes sociales. En la página de la ONG en Facebook, las personas se manifestaron en favor de la causa.

Sandra Carbonell criticó que las personas opten por la tala solo por no barrer hojas, cuando en la ciudad  faltan árboles. “Ni hablar como destrozan los árboles, dizque poda”, afirmó en referencia a la dirección municipal encargada de esta labor.

El colectivo ASF ha participado en otras iniciativas de reforestación.

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