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‘El séptimo arte evoluciona, pero las audiencias siguen estancadas’

Mirar cine nos permite tener mucho más conocimiento de las cosas, siempre y cuando sean producciones de alta calidad. Cortesía UIDE. Foto:
Mirar cine nos permite tener mucho más conocimiento de las cosas, siempre y cuando sean producciones de alta calidad. Cortesía UIDE. Foto:
18 de enero de 2015 - 00:00

“Al leer un libro estás produciendo imágenes en tu cabeza que transmite el autor, estas figuras pueden ser extraordinarias, pero son egoístas porque solo están en tu imaginación; por su parte, el cine plasma y comparte las imágenes, evocando cada palabra de forma visual; por todo esto el cine es mágico”. Con estas palabras Gerad Raad Dibo, crítico de cine, describe la analogía entre literatura y el séptimo arte.       
Su profesión y pasión domina bien. En el primer caso, fue profesor de matemática y esto le permitió vivir para un solo propósito: comprar libros, que suman  12.000. En el segundo, está  el cine, aquella vocación que alimentó desde niño, cada vez que sus padres  lo  llevaban a ver películas. Posteriormente organizó los cines foro de la Casa de la Cultura. Esta experticia le permite hacer una evaluación de las producciones nacionales que han poblado las salas de cine de los últimos años, pero que no se constituyen en referentes exitosos.

Primeras muestras del arte

Las primeras películas ecuatorianas datan de 1930, pero fue en 1980 cuando los largometrajes tuvieron mayor acogida, y un referente es Camilo Luzuriaga con ‘La Tigra’ o  ‘Entre Marx y una Mujer desnuda’. En 1990 Hernán Cuéllar Mideros, con ‘500 Años después, el regreso’, ganó el Premio Caracol, otorgado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. A finales de esta década, Sebastián Cordero propone un nuevo concepto de cine con su producción ‘Ratas, ratones y rateros’ y, a partir de 2004, expone las películas ‘Crónicas’, ‘Rabia’ y ‘Pescador’. Tania Hermida aparece con la producción ‘Qué tan lejos’, en 2006, y este año se convierte en ícono para Ecuador porque, en febrero, se forma el Consejo Nacional de Cinematografía (CNCine), creado por la Ley de Fomento del Cine Nacional, lo que  impulsó el desarrollo de proyectos y logró que se estrenasen 4 películas por año.

Desde 2007 hasta la actualidad se han hecho un promedio de 10 a 12 producciones, tal como lo expone el artículo ‘El cine ecuatoriano está en camino ascendente’, publicado en las páginas de la BBC Mundo. En  2013 se exhibieron películas como ‘Mejor no hablar de ciertas cosas’ o ‘No Robarás, a menos que sea necesario’, las mismas que obtuvieron reconocimiento internacional; sin embargo, la taquilla no tuvo la demanda que se esperaba. Esto se debía a la falta de difusión de las películas. El año pasado, por su parte, las salas de cine abrieron sus puertas a 8 producciones que tampoco registraron ganancias. “En Ecuador, al igual que en todas partes, hay películas buenas y malas. ‘Prometeo Deportado’ me parece excelente, desde la idea hasta su concepción; es una producción muy completa, bien elaborada, así como ‘Qué Tan Lejos’, ‘A tus Espaldas’, ‘Ratas, Ratones y Rateros’, pero de la misma forma hay producciones como ‘Sexy Montañita’ que rayan  en la vulgaridad.  Entonces, lo que le hace falta a Ecuador son mejores producciones, directores e ideas; cuando se tiene esas tres cosas, hay buen cine”, enfatiza Raad.       

Ricardo Rivadeneira, quien ha escrito sobre cine para diarios nacionales, está convencido de que  parte del problema es que el público suele ser muy novelero, siempre tiende a divertirse y eso no sucede con el cine independiente, que te invita a reflexionar, a pensar, o identificarte; “muestra una perspectiva diferente”. Dice por ejemplo de ‘Qué tan lejos’, que es un viaje que recorre gran parte del Ecuador, lo que denota la esencia de ser ecuatoriano, desde los paisajes hasta la cultura. ‘Prometeo Deportado’ maneja un mismo escenario, mostrando las facetas del ecuatoriano en una reunión de estereotipos. En estas películas, donde el ecuatoriano se ve reflejado, tienen mayor aceptación, sin embargo, la audiencia nunca ha sido la que se espera.    

De poca taquilla     

En 2014 hubo producciones ecuatorianas, sin embargo, ninguna logró ser taquillera porque a criterio de los expertos, no todas son buenas y se corre el riesgo de crear falsos estereotipos como decir el cine ecuatoriano es malo. Raad reconoce que la audiencia debería ser más culta. La gente dejó de leer y, ahora el cine es como la nueva literatura, pero las personas están errando al escoger qué ver. Por ejemplo: 50 Sombras de Grey, con todo respeto a la generación que le pertenece, es vulgaridad completa que se plasmó en un libro y se la ha hecho película. Pero eso vende, mientras que una película independiente dura dos semanas en cartelera. “Ojalá la gente sea más curiosa y, al menos por ese motivo, vea una película ecuatoriana”. 

Para el actor Diego Spotorno los cineastas han probado la capacidad que tienen, pero la audiencia no recompensa en nada”. Ecuador masivamente va a preferir las producciones de entretenimiento que vienen de Hollywood.

El ecuatoriano tiene identidad, pero no la sabe apreciar, por eso anula muchas veces el cine ecuatoriano frente al cine extranjero. No hay competencia porque el consumidor nacional no le da oportunidad a un cine distinto, reflexivo.    

Lo que le hace falta es más compromiso de los gobiernos para no aportar solo al financiamiento sino formar una cultura cinematográfica. Una que solo se logrará asistiendo a cines foro, no estancándose en las películas de moda, leyendo críticas que a más de comentar las actuaciones y argumento resaltan la utilización de la música, afirma Jorge Suárez, crítico de cine.

“Hay que ir al cine, no quedarse en casa viendo malas copias de las películas actuales, ver cine antiguo para analizar la trayectoria de la cinematografía, la variación en la forma de actuar, la musicalización de la banda sonora. No temerle al cine blanco y negro, allí se ve la perfección de aquellos camarógrafos. Esto lleva al espectador a adquirir cultura cinematográfica, así como se tiene cultura deportiva, literaria, musical o pictórica”, concluye.

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