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Una casa en buen estado no se puede derrumbar, según el municipio

El ‘secreto’ de las casas abandonadas en la ciudad

Muchos jóvenes se acercan a Cimas del Bim Bam Bum para constatar leyendas de ‘fantasmas’. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
Muchos jóvenes se acercan a Cimas del Bim Bam Bum para constatar leyendas de ‘fantasmas’. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
28 de septiembre de 2014 - 00:00 - Xiomara Banda, estudiante de Periodismo de la U. Laica

Muchas leyendas se escuchan sobre viviendas abandonadas en Guayaquil. Las más populares son las referentes a  viviendas ubicadas en Cimas del Bim Bam Bum y en Urdesa Central.

¿Es verdad que una casa en el primer inmueble está maldito?  Maleza, árboles resecos y desechos en los exteriores dan un ambiente lúgubre. Una silla en mal estado, sogas y velas derretidas llaman la atención. En el vecindario se dice que esa casa era un manicomio y también que un hombre, en un ataque de furia, mató a su mujer dentro de aquel inmueble.

Griffith Scott, vecino de la casa abandonada, comentó que solo son mitos y que no pasa nada en el lugar. “Solo vienen jóvenes en motos, en carros y en grupos para descubrir qué hay en ella. También suelen venir mendigos”.

Asimismo, indigentes, universitarios, artistas urbanos, entre otros, llegan hasta una colorida casa ubicada en Higueras y Costanera. Varias historias, que son parte de la imaginación colectiva de los guayaquileños, se han inventado en torno a la propiedad.

Una de las tantas leyendas es que su dueño, un empresario bananero, quebró económicamente tras un fuerte invierno, lo que le produjo  depresión y desencadenó su esquizofrenia. Finalmente, en un ataque  mató a su familia.

Nisefro Miranda, guardián del condominio que queda frente a esta morada, afirmó que en el sitio no hay nada más que basura e insectos.  “Es mentira que penan en esa casa, yo me he quedado hasta tarde y nunca he visto nada paranormal. Lo que sí puedo decir es que allí se esconden ladrones, mendigos y vienen bastantes universitarios que trepan la pared”.

Para entrar a la casa se debe saltar un muro, pero no se ve lo que hay en el otro lado. Dentro de la casa se percibe un olor desagradable. Hay grafitis, botellas de cerveza, cucarachas y telarañas.

La mansión cuenta con una sala, grandes ventanas, cuatro cuartos pequeños y dos bodegas que aún conservan en sus paredes ciertos pedazos de madera de guayacán. En la parte frontal aparecen dos espacios de oficinas y los restos de un antiguo acondicionador de aire.

Además, en un pequeño sótano hay otras cuatro habitaciones, donde predomina la humedad. De la sala se puede salir a una piscina (llena de moho), un muelle y a un pequeño malecón.

Más de un habitante de Urdesa y de Cimas del Bim Bam Bum han solicitado al Municipio de Guayaquil que derrumben esas edificaciones.

Al respecto, el arquitecto Alejandro Gangotena, funcionario del Departamento de Justicia y Vigilancia del Municipio, explicó que, según la ordenanza, no se puede derrumbar una casa de hormigón que esté en buen estado. El Cabildo actúa cuando la vivienda está en mal estado y representa un peligro para los ciudadanos.

El funcionario acotó que cuando una casa deshabitada causa molestias a la comunidad, corresponde a la Policía Nacional mantener el orden público. Según Gangotena, el artículo 9 de la ordenanza municipal señala: “En relación al cuidado del espacio público, los propietarios están obligados a pavimentar, conservar en buen estado y reparar, cada vez que sea necesario, los portales y veredas que correspondan a la extensión de su fachada e iluminar debidamente sus portales, con el fin de colaborar con la seguridad y presentación nocturna”.

Diana León, de 58 años, psicóloga clínica y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad de Guayaquil, aclaró que siempre han existido los mitos de espíritus en casas embrujadas. “Esto se genera a partir de la niñez o de las creencias inculcadas por los demás, sin embargo, es algo psicológico, todo tiene una lógica. Los espíritus y los fantasmas los crea uno mismo. Mientras no se vea ni se oiga nada, no se debe decir si existen o no”.

Para León, la comunicación se distorsiona, por ende, a medida que se cuenta una historia es cambiada hasta despertar la curiosidad de los demás.

DOS LECTURAS PARA EXPLICAR LOS ‘FENÓMENOS’

El sociólogo César Garcés, de la Escuela de Sociología de la Universidad de Guayaquil, opina que los ‘fantasmas’ están dentro de uno mismo y que los ciudadanos deben aprender a suprralos. “El miedo hace pensar y ver cosas donde no las hay. Es un elemento cultural”.

En cambio, Luis Echeverría, párroco de la iglesia Nuestra Señora de los Ángeles (iglesia de San Francisco), existen lugares en los cuales hay presencias buenas y presencias malas. Ambas se manifiestan porque ese lugar fue muy querido para personas que habitaban allí y murieron. “Las presencias son buenas cuando no ocasionan daño a las personas que visitan el lugar, algunas veces aparecen como sombras o luces”.

Según Echeverría, cuando le piden que bendiga una casa, lo hace para darles confianza a las personas, para que confíen en Dios y no sean presas del miedo. ”Eso es importante, porque con el agua bendita y oración, esas presencias desaparecen”, concluyó.

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