El paseo en bote es una tradición que aún vive en las aguas del estero
Por Angie García Villamar, estudiante de la ULVR
El Malecón del Salado, desde que fue regenerado, abarca 12 hectáreas en donde se ubica una serie de espacios verdes y sitios de entretenimiento, a más de ser un lugar emblemático de la ciudad.
Está cerca de la avenida 9 de Octubre, circundado por los puentes 5 de Junio y ElVelero.
El atracadero de los botes ganó relevancia con la obra que realizó el Municipio porque antes de la regeneración se ubicaba en el mismo lugar y recibía a decenas de visitantes, dijo Santiago Cárdenas, de 56 años.
Sus instalaciones se han convertido actualmente en un atractivo turístico a donde acuden comerciantes, actores y artistas para entretener a centenares de turistas, tanto nacionales como extranjeros, que frecuentan el lugar, principalmente los fines de semana cuando, por lo general, siempre se organizan conciertos.
Un espacio con historia
El Estero Salado tiene una historia que está muy vinculada con la ciudad. No hay cómo separarlos porque están ligados.
El apogeo se remonta a la década de 1950, con la construcción de las pistas de bolos y de baile, y los bares El Trocadero y El Barquito, al pie del puente 5 de Junio, los cuales se constituyeron en un escenario de bohemios y cantantes, entre ellos se destacó el célebre ‘Ruiseñor de América’, Julio Jaramillo.
Al transcurrir el tiempo, tomó notoriedad el sector de la ciudadela Ferroviaria, que forma parte del paisaje de este monumental malecón, en la cual se encontraban: un campo deportivo dotado de canchas de fútbol, béisbol, cuadrilátero de boxeo y una plaza de toros.
Con el tiempo se hicieron evidentes las competencias náuticas, cuya meta era cruzar el estero de orilla a orilla y los saltos de expertos nadadores en el puente 5 de Junio.
Pero años atrás el sitio era muy conocido, porque cerca de donde hoy está el atracadero de botes se ubicaba el American Park, un sitio de diversiones con piscinas en donde hubo una concha acústica para la presentación de connotados artistas de las décadas del 30 y 40.
Ya para la década del 70 el lugar desapareció y se construyó el parque Guayaquil. Además, las invasiones cerca de las riberas del estero generaron que se convirtiera en un sitio muy contaminado. Fue cuando el estero perdió protagonismo.
Entretenimiento y diversión
Entre 1993 y 2002, el Comité Ecológico del Litoral, una organización ambientalista de Guayaquil, patrocinó jornadas de limpieza en las orillas del Estero Salado, con el fin de recuperar el atractivo turístico de este brazo de mar y empezó un trabajo arduo que empezó a rendir frutos.
En 2003 la Municipalidad de Guayaquil inauguró el Malecón del Salado con cerramientos y iluminarias de piso y lo dotó de áreas de entretenimiento. Con todas las obras, el paseo en bote tuvo un repunte, pues antes de la regeneración sus más asiduos visitantes fueron los estudiantes de secundaria, pero ahora se ha transformado en un paseo familiar.
Según relata Ismael Zuloaga, de 69 años, quien presta el servicio de alquiler de botes: “El Estero Salado era un balneario de aguas limpias y de recreación de canotaje, muy concurrido por alumnos de los colegios Vicente Rocafuerte, Aguirre Abad y Simón Bolívar, quienes acudían para entretenerse y disfrutar de una carrera de remos.
Zuloaga recuerda que el alquiler era de 20 sucres y el recorrido usual era el puente 5 de Junio, la fábrica San Eduardo y la ciudadela Urdesa.
Esta práctica estudiantil y de turistas, de recrearse y hacer deporte en botes, ha disminuido considerablemente.
Actualmente existen botes de fibra de vidrio en reemplazo de los botes de madera; un paseo de bote requiere un ticket adquirido en una boletería, a $ 3,50 para un alquiler de 30 minutos, el cual incluye el uso del chaleco salvavidas, que es obligatorio para todos los usuarios. Los fines de semana son los días más concurridos por los visitantes.
Yolanda Ramírez, de 42 años y oriunda de Loja, aseguró que dar un paseo por el Estero Salado es un gran atractivo turístico.
“Me gusta porque hace 20 años visité Guayaquil y el paseo en botes era una de las principales distracciones de los guayaquileños. En aquella época los estudiantes del colegio Vicente Rocafuerte visitaban el sitio”.
Pero si el paseo no es para una pareja de románticos que desea remar por las aguas del Salado y más bien se trata de un paseo familiar, puede contratar a un remador por $ 2 adicionales.
El canoero señala que actualmente dispone de 17 botes, con una frecuencia de uso promedio de 60 alquileres semanales, el costo de las barcas nuevas están valoradas en $ 2.500 y usadas en $ 1.600.
Santiago Domínguez, de 25 años y estudiante de la Facultad de Ciencias Administrativas de la Universidad de Guayaquil, comentó que no es la primera vez que experimenta un paseo en bote, ya que le resulta un buen método de distracción y de relajamiento.”
Pierina Figueroa, estudiante de Arquitectura de la Universidad Católica de Guayaquil, considera que el paseo se constituye en un momento de relajamiento para los estudiantes de las universidades y de los colegios. “Algunos venimos al malecón en busca de un poco de paz. En mi casa vengo a estudiar con mis amigos. Más allá de relajarnos aprovechamos el paseo para divertirnos. Es un paseo de amigos que resulta muy entretenido”.
“Para quienes desean disfrutar de un paseo en bote pueden visitarnos de 09:00 a 18:00 y vivir una buena experiencia en el Estero Salado”, manifestó Ismael Zuloaga.
El atracadero está ubicado atrás del colegio fiscal Vicente Rocafuerte, es un sitio seguro que permanece custodiado por guerdias de seguridad.
