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El mundo de las drogas y de la rehabilitación visto por exconsumidores

Los testimonios ayudan a crear conciencia en los jóvenes; la voluntad de ellos determinará el éxito.
Los testimonios ayudan a crear conciencia en los jóvenes; la voluntad de ellos determinará el éxito.
Foto: Cortesía / UEES
07 de febrero de 2016 - 00:00 - Por Denisse Campoverde y Christopher Roldán

Por aparentar e integrarse a un grupo de supuestos amigos, ‘Geovanny’ (nombre protegido) consumió drogas hasta convertirse en adicto. “Si no consumía, no era una persona chévere”, recuerda.

A los 18 años consumió su primer paquete de cocaína.

Luego de varios episodios de esa euforia que le provocaba la droga descubrió que para él ya no era suficiente drogarse de vez en cuando. No tenía noción del tiempo ni del espacio y peor aún del estado en que  se encontraba, lo único que satisfacía y alegraba sus penas era inhalar ese polvo blanquecino.

Geovanny además trabajaba y el momento más ansiado para él eran las quincenas. Todo el dinero ganado con su esfuerzo lo destinaba a la compra de drogas hasta que se dio cuenta de que algo no iba bien. Por motivación de sus familiares tomó la decisión de ingresar a una clínica de rehabilitación.

Dos años después, sentado en una piedra, Geovanny tiene ganas de compartir su historia.

Para él la vida no ha sido fácil y a pesar de todo está agradecido por no seguir en esa vida de caos y confusión. Dentro de poco saldrá de ese sitio y se encontrará de nuevo con el mundo y la sociedad. Lo primero que hará, dice, será retomar el trabajo y los estudios. Pero no siempre esta inserción es fácil, los sentimientos de inseguridad suelen invadir a los rehabilitados.

Este es uno de muchos casos de jóvenes que se encuentran en las garras de las drogas. Es una problemática mundial y nuestro país no es la excepción. Estadísticas del Consep indican que la edad del primer consumo es los 12 años. Ahí se crea un vínculo  individuo-drogas.

En Ecuador existen 183 centros de rehabilitación avalados por el Consep, uno de ellos es Celare, que tiene 6 años como institución.

Su director, Bladimir Chiriboga, comenta que la recuperación depende de la voluntad que tenga el individuo para salir de ese mundo, ya que es un proceso lento.

El Ministerio de Salud otorga a los centros de rehabilitación avalados un periodo de 6 meses para la recuperación de los pacientes. La guía siempre tiene que ser de profesionales relacionados con el tema.

Tratamiento lento

Al inicio del tratamiento muchos llegan  molestos porque están presionados por sus familias para que se  recuperen, pero cuando  llegan a un lugar lleno de entendimiento y, sobre todo, de protección se dan cuenta de su problema.

En estos momentos las drogas hacen vulnerables a los jóvenes, lo que ocasiona que se aparten de la sociedad y vivan dentro de sus mundos. Las drogas no discriminan entre sexo, raza, etnia o condición social. La adicción no mide consecuencias con nadie. Con su abuso, el cuerpo entra en una fase de ‘enfermedad’ y el consumidor se hace dependiente.

“El mundo es vulnerable a esta problemática”, dice Chiriboga.

Para erradicarla es necesaria la capacitación de padres, docentes y jóvenes y que existan programas de prevención en las instituciones educativas, con profesionales del medio y con personas rehabilitadas que cuenten su experiencia para crear conciencia.

Muchas personas luego de ingresar a una clínica de rehabilitación y pasar los procesos están listas para seguir con su vida normal.

En la clínica Celare un 50% vuelve a reincidir en el consumo. “Esto pasa cuando no existe un compromiso de la familia para ayudar al rehabilitado. Son personas ‘enfermas’ y se trata de un trabajo en conjunto: clínica, familia y consumidor. Es importante la dinámica de exteriorizar lo que sienten los pacientes de las clínicas durante las terapias en familia; muchos de ellos llegan llenos de temores, tristeza, angustia, dolor y deben ser atendidos por profesionales.

La vida después de las drogas

Chiriboga conoce bien el problema. “Yo soy un drogadicto en rehabilitación, tengo varios años en el proceso”, dice. Su historia sirve para ayudar a los demás. Cuenta que su primer intento de rehabilitación fue en un centro clandestino. No obtuvo el aprendizaje adecuado y por eso reincidió varias veces. Su familia fue pieza fundamental para su recuperación. Ellos tomaron la decisión por él.

“Buena alimentación, cuidado especial y un hogar establecido ayuda a la rehabilitación del paciente”, manifiesta.  

Dice que “es importante que un adicto saque a otro”. Ahora es el director del centro de rehabilitación Celare, y es un ejemplo de motivación para sus pacientes.

Jéfferson, un interno, no ha querido ocultar su nombre para motivar a otros a no caer. Cuenta que le robaba a su mamá para comprar droga. El primer intento para rehabilitarse nació de su familia, cuando se dieron cuenta de que su contextura física no era normal. Ahí tomaron la decisión de ingresarlo, pero luego reincidió. Por su voluntad regresó a un centro de rehabilitación. Su motivación es su hermano recién nacido, él quiere ser un ejemplo para que no se repita la historia.

Ítalo Villavicencio lleva 26 años rehabilitado. Dice que parte fundamental de las terapias en su centro de rehabilitación, Censico, es motivar a los pacientes para que se conviertan en emprendedores de sus negocios. Hay varios rehabilitados que desempeñan cargos importantes porque lograron recuperar la confianza de sus seres queridos. (I)

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