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Por calles y mercados de la ciudad se puede encontrar este tipo de comerciantes

El “milagroso” poder curativo del agua de boldo

Aunque no se tiene registro del inicio de estos negocios, Morán y Peñafiel aseguran que la venta del producto empezó hace 10 años, pero se masificó hace 5. Foto: Foto: Archivo El Telégrafo.
Aunque no se tiene registro del inicio de estos negocios, Morán y Peñafiel aseguran que la venta del producto empezó hace 10 años, pero se masificó hace 5. Foto: Foto: Archivo El Telégrafo.
07 de septiembre de 2014 - 00:00

Por Fernando Toscano, estudiante de la U. Laica Vicente Rocafuerte Guayaquil

Al guayaquileño siempre se lo identificó como una persona de trabajo, como el ser humano que jamás se ha dejado vencer de los problemas y que siempre logró salir adelante.

El ‘guayaco’ no se duerme en los laureles, improvisa cualquier negocio, ya sea fuera de su vivienda, o simplemente se oficia como vendedor informal. Vendiendo lo que se pueda y lo que la gente compre. Se las ingenia para competir a ‘grito pelado’ con el resto de vendedores.

Uno de esos vendedores ambulantes es don Fernando Morán.

Este hombre, de 39 años, trabaja en el mercado Caraguay. Al grito de ‘bota la piedra, bota la piedra’, quienes no lo conocen se pueden asustar y pensar que se trata de una riña callejera, pero todos quienes transitan a diario por el lugar ya saben a qué se deben esos gritos y que cerca de ellos camina el vendedor de “aguas milagrosas”.

Fernando hace un pequeño recuento de su trabajo: “llevo alrededor de 10 años con este negocio, 5 de ambulante por la ciudad y 5 en el mercado Caraguay. Me despierto a las 04:00 para preparar este producto, alisto una olla grande, la lleno con agua y mezclo boldo, uña de gato, manzanilla, hierba luisa, toronjil, anís estrellado, pimienta de olor, sábila, linaza y pongo a hervir todo.

Luego de una hora y ya con el producto listo se dirige al mercado, arriba, a las 07:00, en donde tiene un pequeño local para distribuir el agua curativa bien caliente.

Según cuenta Morán el agua que él vende sirve para desinflamar los riñones, ovarios, vías urinarias, entre otros órganos.

Hasta las 09:00 trabaja en su pequeño local, de ahí alista un coche de metal para iniciar el recorrido por todo el mercado. Al grito de “bota la piedra, o boldo, boldo” alerta a los comerciantes y a los compradores. Algunos son clientes de muchos años.

Cuenta que dentro del mercado no tiene temor de los metropolitanos porque posee un carné que le permite laborar en el interior del centro de abastos.

Morán, de estatura baja, y muy extrovertido, asegura que vende muy bien. El vaso estándar, como él lo llama, cuesta $ 0,25. Su ganancia diaria es de 15 dólares de lunes a viernes y de 20 a 25 los fines de semana.

Paola Manzo, médico naturista que labora para la marca Natures Garden, recomienda no tomar este tipo de bebidas. Explica que todo producto debe llevar un proceso y que en vez de curar al consumidor lo podría llenar de parásitos. “La falta de un proceso sanitario y de un estricto control de cada uno de los elementos que son utilizados puede afectar la salud de quien lo toma. Recordemos que el producto posee una serie de hierbas que al unirse forman un brebaje que las autoridades tendrían que analizar”.

La madrina en los buses

Todas las mañanas Rosa Peñafiel, de 54 años de edad, sale de su casa ubicada en el Guasmo Sur. Con un balde en la mano, una funda con vasos plásticos y un canguro atado al cinto recorre casi toda la avenida Portete y la calle 38.

Casi al andar se sube a un bus de la línea 107. “Venga, lleve su agua curativa para que la pase bien en su trabajo”. En un solo carro vende al menos 3 vasos.

Peñafiel lleva en este negocio más de un año y aunque solo gana 10 dólares por día dice que le alcanza sin problema. Antes trabajaba como enfermera y por su edad prefirió dejar de trabajar en ello. Además nunca logró obtener un nombramiento. Ella vende agua de boldo en vasos de tres tamaños a 25, 30 y 50 centavos. “Yo me levanto a las 05:00 para preparar y embotellar el producto. Las especias las compro al por mayor para tener de reserva. Asegura que la venta de agua de boldo se reduce cuando hace mucho sol porque como es dulce y espeso las personas prefieren una botella de agua.

El reloj marca las 12:00 y en la esquina de la 29 y Portete los vendedores van de un lado al otro. Rosa aprovecha el semáforo para embarcarse en la línea 121. Salta el sensor y ofrece su producto. Vende 3 vasos y se baja de prisa para subir a otro.

En las oficinas de Control Sanitario del Ministerio de Salud, la Dra. María Fernanda Mora, analista zonal, dice que este tipo de bebidas no requieren de registro sanitario porque el reglamento que aplica para los alimentos procesados en el inciso 71 es solo para envases definidos y bajo nombres y marcas comerciales determinadas.

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