El miedo a perder a su esposa, enferma de cáncer, lo obligó a experimentar con dulcamara

Sebastián Arcentales cultiva la planta dulcamara (Kalanchoe gastonis bonnierí) como una misión de su vida y agradecimiento. Hace 12 años su esposa prácticamente fue desahuciada por los médicos, tenía cáncer de cuello uterino, tenía miomas. Él optó por darle que mastique 2 centímetros diarios de la planta y al tercer mes la llevó al médico y los miomas y el cáncer habían desaparecido. Desde entonces es un asiduo promotor del cultivo de la dulcamara e impulsa su consumo.

Sidney, como es conocido el ingeniero agrónomo, en un inicio era incrédulo a los beneficios de la planta, además en su familia nadie había tenido cáncer. Al escuchar de parte de los médicos que su esposa iba a morir, el ahora microempresario fue en busca de la planta.

Buscó en los mercados, calles de Guayaquil y no encontró la dulcamara. Un día estuvo caminando por el Malecón Simón Bolívar y en uno de los espacios donde hay sembradas plantas la encontró, le contó a un guardia del sitio que le regale una, que era para salvar a su esposa y este procedió a entregársela.

Por tres meses cosecutivos la esposa de Sidney masticó la dulcamara y se salvó. La alegría del agrónomo era exorbitante y, como agradecimiento comenzó a cultivar la planta para ayudar a las personas más necesitadas.

El microempresario acudió a institutos de cáncer, hospitales, donde vio que hay mayores necesidades. Niñas con cáncer en el seno, linfomas en sus cuellos y nuca. “Comprendí que mi problema no era tan grande como los otros. Fue una lección de vida, me decidí por propagar la planta y que todos tengan acceso a ella. El extracto de pangea hecho -además de la dulcamara- con varias plantas medicinales traídas de EE.UU., Asia y África ha estabilizado la vida de miles de personas, incluyendo las que tienen sida”, dijo.

Cuando Arcentales pensó que  las enfermedades habían desaparecido de su hogar, uno de sus dos hijos, cuando tenía 7 años comenzó a tener problemas de epilepsia. Nuevamente los médicos no le dieron una adecuada solución, le indicaron que debía aislarlo, que esté libre de la tensión, estrés, que lo saque del plantel educativo.

Entonces empezó a investigar cómo desarrollar un extracto para ayudarlo y que no se convulsione de manera constante como lo estaba haciendo. El joven ahora está recuperado, no le dan convulsiones, y es uno de los mejores alumnos, resaltó orgulloso Arcentales. “Prometí que el 27% de mi producción estaría destinada para curar las enfermedades de los pobres, que la iba a regalar, tal y cual como lo estoy haciendo”, manifestó.

Primero comenzó como vendedor ambulante, subiéndose a los buses y caminando por las calles de Guayaquil. También atendía en su casa a enfermos de escasos recursos económicos, luego abrió locales en el centro de Guayaquil para ofrecer todos los productos que había elaborado con el extracto de la planta.

Actualmente, el agrónomo y sus hijos han creado 46 productos cosmecéuticos (con características cosmético-farmacéuticas e ingredientes biológicamente activos) y 14 nutracéuticos (suplementos que proporcionan beneficios para la salud). Entre las enfermedades que pueden curarse o controlarse mediante el consumo de estos productos constan la diabetes, várices, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), osteoporosis, artritis, parálisis cerebral infantil (PCI), psoriasis, etc.

En su vivero, ubicado en el cantón Durán, provincia de Guayas, Arcentales cultiva 11 plantas medicinales como la dulcamara, ginseng, kalanchoe, chop suey, jotunia, cudami. Además de 15 plantas frutales.

Los productos, que se procesan en una planta ubicada en el mismo lugar donde trabajan alrededor de 30 personas, se distribuyen en todo el país y ya piensan en exportarlos con el apoyo de instituciones gubernamentales.

Certificación para exportar

Arcentales mencionó que el Gobierno, a través de sus distintos ministerios vinculados al sector productivo, le ha dado pautas para continuar y unirse al cambio de la matriz productiva.

De acuerdo con el microempresario, los ministerios de Industrias y Productividad y de Salud lo ayudaron con cursos de producción dictados por técnicos cubanos para la elaboración de productos naturales con cero toxicidad, los cuales son muy apetecidos en el mercado internacional. “Esta asesoría ha permitido elaborar productos con la misma calidad que los que producen en Europa o Estados Unidos. Con la certificación internacional que vamos a obtener estamos listos para exportar y con ello también podremos aumentar las plazas de trabajo”, aseveró Arcentales.

Recordó que antes se encontraba en el mercado productos de países donde la biodiversidad es cero, donde el agua y la tierra están contaminados con metales pesados. Vendían 100 pastillas en $ 1, que a nivel industrial no se puede encontrar. Además se desconoce su origen, ponen lugares recónditos que no se pueden verificar. Afirmó que en este Gobierno, a través de la Agencia de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa), se modificó esa situación; ahora ya existen las fórmulas, las patentes de las plantas, las certificaciones de las plantas, etc.

“Me atravería a decir que nuestro producto es el único que cura el cáncer, tumores, leucemia, eleva el sistema inmunológico a personas que tienen sida. Realmente es una alternativa frente a todo lo que hay, como los productos radioactivos, cicotóxicos, muchos de ellos experimentales que presentan efectos secundarios terribles como la caída del cabello”, dijo. (I)