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Ecuador, 13 de Enero de 2025
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El llapingacho que seduce a los guayaquileños

Según el número de platos que venda, Gladys Quinaloa les toma el pulso a las ventas.
Según el número de platos que venda, Gladys Quinaloa les toma el pulso a las ventas.
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Cuando se quiera deleitar con un  llapingacho, la Picantería de Don Carlos es una buena opción. Al menos así lo confirma el galardón que  otorgó el cabildo guayaquileño a esa, la “hueca del año”, en  2014.

El lugar está ubicado en Cacique Álvarez 107 y Av. Olmedo, atrás del edificio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

Don Carlos Chicaiza, de 63 años, y su esposa, Gladys Quinaloa, de 54, son sus propietarios. La pareja Chicaiza Quinaloa, oriunda de la Sierra (Guano, provincia de Chimborazo, y Guaranda, provincia de Bolívar, respectivamente) se conoció en Guayaquil cuando Gladys tenía 18 años.

Ambos llegaron a Guayaquil cuando eran niños, ella de 15 días y él de 8 años. “Yo vivía en las calles Chimborazo y Calixto Romero (atrás del actual TÍA) y él vivía por la Bahía. Carlos solía visitar a un amigo del colegio que era mi vecino. Así fue como nos conocimos y de a poco nos fuimos enamorando”, narra con gran emoción Gladys, quien no oculta el gran amor que siente por él.

Carlos, de oficio zapatero, y  Gladys, especialista en Corte y Confección, se dieron cuenta de que  sus ingresos no serían suficientes para darles una buena educación a sus tres hijos: Carlos, de 32 (ingeniero en Telecomunicaciones); Lorena, de 31 (economista), y Manolo, de 30 (ingeniero comercial).   

En 1978, Gladys le sugirió a su esposo ponerse un pequeño local en las calles Olmedo y Chimborazo, donde empezaron con llapingacho y carne en palito. El negocio prosperaba y en 1982 se cambiaron a un lugar más amplio, ubicado en la esquina de Olmedo y Calixto Romero. Allí permanecieron 20 años hasta que con el fruto de su trabajo y ahorro compraron el actual local.

A las 05:00 don Carlos llega al negocio para sazonar la carne de los platos típicos y a las 07:00 llegan sus cuatro colaboradoras, quienes se  encargan de ordenar el establecimiento. Ya a las 08:00, abren. Los cuatro platos que la ciudadanía puede degustar son: bolón mixto (chicharrón y queso) con café, llapingacho, fritada y seco de chivo.

“Con mi esposo nos turnamos para atender el negocio; él se queda toda la mañana y yo llego después del almuerzo. Ya estamos pasaditos de edad, pero aun así trabajamos de domingo a domingo, incansablemente, hasta las 18:30”, relata doña Gladys mientras en la sartén fríe un huevo. (I)

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