El ‘fútbol en tacones’ cambia tabú por adeptas

“Estoy llena de morados, pero valió la pena”, piensa Gabriela Van Isschot, una estudiante de odontología que practica fútbol con su grupo de amigas.

Cada vez son más las mujeres que, ya sea a nivel profesional o amateur, dejan los zapatos de tacón y calzan pupos.

La acogida del fútbol femenino es evidente. Tanto  que Ecuador será la sede, por segunda vez consecutiva, de la VII Copa América Femenina, la cual se jugará en septiembre de este año. Los equipos que alcancen los primeros lugares del torneo, que se realiza cada 4 años, obtendrán 2 cupos y medio para participar en el campeonato mundial de fútbol femenino organizado por la FIFA. También hay plazas para los Juegos Panamericanos. Ambas competiciones se realizarán el próximo año en Canadá. 

Ecuador cuenta con 5 participaciones en Copa América desde 1995. Su mejor presentación en un torneo internacional fue en 1998, año en que llegó a semifinales.
“Me emociona pensar que en la noche puedo jugar fútbol”, expresa Doménica Iannuzzelli, estudiante de Relaciones Públicas  y que comanda el equipo de fútbol llamado ‘El Capi’.

Pero los partidos no son solo entre ellas. “Cada vez hay más hombres y mujeres que se reúnen a jugar partidos mixtos”, dice Zaide Manzur, joven relacionista pública que labora en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). Dos veces por semana ella separa la cancha de fútbol del Liceo Panamericano para practicar con su equipo el deporte que la hace tan feliz.

A pesar de la creciente ola de fanáticas que deciden practicarlo, en Ecuador se organizó recién en julio de 2013 la Primera Copa de Fútbol Femenino. Esto a pesar de que fue aprobada antes, en 2005, por la Federación Ecuatoriana de Fútbol.

La mayoría de los equipos, desde hace aproximadamente 20 años, realizan esta actividad de forma amateur e interbarrial. Pero no pertenecen ni son filiales de los clubes masculinos de la  serie A.

Hay 16 equipos participantes: 12 conforman la primera A y 4 la B.  Cada año se realiza el campeonato en las diferentes sedes, ubicadas en Guayaquil, Quito, Esmeraldas y Santo Domingo.  “Cuando vi la foto de Rocafuerte FC reconocí a la mayoría de chicas, fueron mis contrincantes en intercolegiales e interbarriales”, recuerda Doménica Iannuzzelli.

Rocafuerte Fútbol Club es el campeón vigente de la Copa. Por ello obtuvo su cupo para participar en  Copa Libertadores de América. En Ecuador existe el campeonato femenino, pero muchas mujeres lo desconocen.  Belén Marcos abogada de profesión y capitana de Chobi FC, un equipo amateur que practica el fútbol netamente como hobby,  no estaba informada de la existencia de este campeonato en  Ecuador. Contrario es el caso de Daniela Santos, quien solo ha escuchado algo sobre él.

Los motivos que llevan a las mujeres a empezar a practicarlo son muy parecidos. “Feliz, emocionada, me divierte, me olvido de todo, me anima”, justifica Zaide Manzur, quien juega desde que estaba en el colegio. A pesar de los moretones y raspones, no se desanima. Para  Zaide, ya sea de portera o de defensa,  la adrenalina y la diversión no se la quita nadie.

Gracias a las redes sociales Facebook e Instagram, hay más mujeres que se ponen en contacto por el fútbol y que lo practican.

Con cerca de 13.000 seguidores, Fútbol en Tacones es una de las cuentas más populares en Instagram. En ese espacio se dedica a promover lo que antes era un tabú. En Facebook hay cientos de cuentas de diferentes partes del mundo dedicadas al fútbol femenino, ya sea escuelas o equipos de profesionales de mujeres.  Cualquiera que sea el motivo, las  redes han ayudado a que las mujeres hagan escuchar su voz en pro de un deporte que era considerado totalmente masculino. “El fútbol es compartir, deporte, pasión, esfuerzo, jugando me siento libre, me encanta estar en la cancha”. Eso es lo que significa el fútbol para Daniela Santos. 

Respuesta similar es la de Salua Zavala, quien empezó este año. “Es adrenalina y libertad”, coincide. Queda claro que la emoción que ellas sienten al practicar fútbol las libera de las tensiones que sienten en la vida cotidiana. “Me ayuda a despejar mi cabeza de cualquier preocupación que haya tenido en el día, me siento saludable”, concluye Doménica.