El barrio San Francisco, “preso” de sus carencias

La entrada a la Cooperativa San Francisco, en la vía a Daule, es la carta de presentación de este barrio guayaquileño.

Basura esparcida por la calle, olores nauseabundos y gallinazos revoloteando son  indicios de las necesidades que tienen las familias de este sector.

Cuando un equipo periodístico de EL TELÉGRAFO recorrió la zona observó que un carro liviano estaba averiado en la entrada. Los automotores circulan por un irregular camino cubierto de barro y rocas.

El vecino Juan Vélez explica que se forman charcos porque los habitantes arrojan las aguas domésticas a las calles. “No tenemos alcantarillado todavía”, comenta.

Parece que el asentamiento está aún en época de lluvias: hay lodazales por doquier.

Asimismo, los adolescentes remueven con palos los desperdicios, acumulados en las calles, para obtener artículos para reciclar.

“Así es todo el tiempo. Ninguna autoridad se preocupa por reparar las calles”, se queja Vélez.

San Francisco, según los habitantes, es un lugar que se pobló poco a poco hace 15 años. Se divide en 1 y 2. Sin embargo, no hay mayor diferencia entre ambos, pues comparten sus necesidades. En los cerros están asentadas decenas de casas de caña.

La falta de agua afecta a los residentes. Hay mangueras, cual cables de energía eléctrica, que están suspendidas en los aires con ayuda de improvisados postes construidos con caña.

Esas instalaciones sirven para obtener el agua potable desde una especie de toma. Aunque varios moradores gozan del servicio público hace pocos meses.

Ciertos puntos de abastecimiento, que no están en funcionamiento, presentan fugas y provocan la formación de charcos.

“Los charcos se han convertido en criaderos de mosquitos. Las autoridades vienen, pero luego no hacen nada para mejorar la situación”, denuncia Fanny Suárez, moradora del sector hace 15 años.

Espacios de distracción

Una de las grandes carencias de esa zona son las áreas verdes. El único espacio de distracción de San Francisco es una laguna natural, que está en un área baja.

Los vecinos aprovechan el sitio para bañarse y atrapar peces y langostinos. El Municipio de Guayaquil construyó escalones y bordes de cemento en varios tramos.

Pero, el líquido no es cristalino. Al contrario, se observa un poco verde. El problema también está relacionado con la carencia de alcantarillado.

Las aguas residuales de las viviendas y el lodo descienden desde los cerros y caen en el “balneario”.

Según Vicente Rentería, residente hace más de una década, en los feriados se convierte en un lugar masivo de esparcimiento para los moradores.

Pero no es suficiente, porque los adolescentes no tienen más espacios para  entretenerse.

Los vecinos se quejan de que muchos jóvenes consumen drogas.

Por ello, para evitar que los menores de edad caigan en la adicción  solicitan a las autoridades municipales que envíen brigadas que dicten cursos a los niños y a los adolescentes.

También que se instalen más unidades de policía comunitaria y que se construyan canchas para practicar deporte. (I)