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El barrio que se elevó sobre el pantano

El barrio que se elevó sobre el pantano
29 de diciembre de 2013 - 00:00

Cada viernes santo una marea humana se dirige en procesión a lo largo de 17 kilómetros. Salen de la iglesia del Cristo del Consuelo y llegan al templo Espíritu Santo. La serena calma de los rostros, de pronto exhibe el rictus del cansancio por el sol canicular del mediodía que quema la piel, pero no la voluntad. Los penitentes saben que atraviesan las calles de un barrio que creció junto al pantano, el estero y el polvo. Los que allí viven se ganan el día a día con gran esfuerzo y su historia es la de una barriada que se siente orgullosa de sus raíces negras y mulatas.

El barrio Cristo del Consuelo nació en el segundo lustro del cincuenta, cuando Guayaquil y el país vivían un auge bananero y en el escenario político se repartían las preferencias electorales los velasquistas y cefepistas, herederos del ascenso de los sectores medios y populares urbanos, entre los años treinta y cuarenta.

Los inicios del barrio fueron duros, pues la migración interna empujó a muchas personas a buscar su morada en sectores alejados. Quienes habitaban los conventillos del centro pasaron a ocupar lugares aledaños al Estero Salado y sus ramales. En estos nuevos barrios, al menos habían escapado del tugurio, el hacinamiento y la oscuridad. Como dice el historiador Julio Estrada Ycaza, disponían de mucha luz: “Luz en la calle sobre la cual dan las ventanas. Luz en el patio que cada casa se da el lujo de tener, luz que penetra aún a través de las paredes y sostiene la esperanza hasta que la caña pueda ser reemplazada por el ladrillo”.1 Ahora debían enfrentarse a nuevas luchas, esta vez, por la consecución de los servicios básicos. Ese es el testimonio de los moradores del Cristo del Consuelo, actores de una historia de sacrificio y dignidad.

En 1960 cada vivienda tenía un pequeño puente a través del cual la gente se trasladaba.
El barrio nació en los terrenos de la antigua hacienda La Chala que le pertenecieron a la familia Robles Chambers. Según escritura pública de venta celebrada en 1954, entre Francisco Robles Chambers y sus hermanos con la Municipalidad de Guayaquil, conocemos que ésta pagó 2´729.704 sucres por 400.000 metros cuadrados.2 De esta área se formaron Puerto Liza, El Cisne, Barrio Lindo y Cristo del Consuelo.

En los inicios de la formación del barrio, resultó importantísima la labor de los padres claretianos, quienes entre 1961 y 1962 construyeron la Ciudadela del Santísimo Cristo del Consuelo. Las primeras casas fueron sorteadas entre las familias más pobres. El padre Ángel María Canals fue el mentalizador de la ciudadela; él mismo sorteaba y bendecía las viviendas, en actos públicos desarrollados en la ermita donde reposaba la imagen del Cristo.3

Durante los primeros años los habitantes se transportaban en bicicletas. El agua llegaba en tanqueros.
Pero no todos recibieron el beneficio de la suerte, sino que tuvieron que luchar incansablemente. Raquel Vera explica cómo fueron los primeros años: “A la edad de diez años vine acá, esto era puro manglar. Por la calle que ahora es Guerrero Martínez desde Francisco Segura hicieron un muro. Había el presidente de un comité que quedaba en Gallegos Lara, un señor Ramírez; en ese entonces, hicieron un bordillo para que la gente penetre hacia el sur, como por acá ya habían hecho en una ramadita la iglesia del Cristo del Consuelo. En esa ramadita se empezó a construir todos los puentes. No había servicios básicos, nos abastecíamos por tanqueros o avanzábamos hacia la calle Cristóbal Colón. Uno avanzaba hasta allí, pues el agua llegaba a las piletas por mangueras, entonces unos cargaban en baldes y otros con ganchos”.

Muchos ciudadanos y ciudadanas del Cristo del Consuelo reconocen a los esposos Doris Weatley y Vidal Leones como los principales líderes del proceso de organización popular. Vidal Leones cuenta sobre los inicios de la acción organizativa: “En el año 1963, ya comenzamos a buscar la forma de organizarnos y hacer algo; en 1965, estaba la dictadura militar de Ramón Castro Jijón, y la esposa del jefe de zona, doña Martha Aguirre de Sáenz, comenzó a hacer gestiones de organización social para apoyar al jefe de zona que, en ese entonces, hacía las veces de Gobernador. El coronel Sáenz y Martha Aguirre de Sáenz buscaron a algunos dirigentes, entre ellos, a Doris (Weatley), a don Andrade, a don Fermín Mosquera y la señora María Preciado. Con ellos, se comenzó a trabajar a nivel de las organizaciones. La señora Martha Aguirre de Sáenz se encargó en ese tiempo de ayudar a las comunidades con el frente de volquetas para rellenar y como teníamos la escuela, una escuelita sin nombre que después se le puso “Matilde de Márquez de la Plata” con un convenio, pues la señora Martha Aguirre ayudó para que se rellene el lugar”.
Los padres claretianos han sido vitales para el desarrollo de la zona y de sus habitantes.
Luego de la dictadura militar, los moradores del Cristo del Consuelo presionaron para que se siga atendiendo al Cristo del Consuelo. El proceso organizativo continuó con el “Comité para la Rehabilitación de las Áreas Marginales”, al cual estuvieron ligados Xavier Benedetti y Luis Gómez Izquierdo. Según Vidal Leones, “hicieron algunas obras, construyeron algunos espacios”, como el teatro “Virgen del Soto”, el famoso teatro del suburbio.

En una crónica publicada originalmente en 1976, el folclorista Guido Garay exponía una hermosa anécdota que vivió en el teatro del Cristo del Consuelo: “Nunca olvidaré mi actuación en ese teatro, pues habiendo terminado la función con el beneplácito de ese maravilloso y culto público, mientras guardaba el vestuario, se me acercó un niño morenito y con la mejor de sus sonrisas me obsequió una moneda de un sucre; se la recibí inmediatamente agradeciéndole su generosidad, y el niño se fue sumamente contento; yo conmovido me preguntaba en silencio: ¿le habrá dado pena verme actuar gratis y quiso remunerarme?, o quizás ¿en su corazoncito de niño sintió la necesidad de pagar, pues ya en esa tierna edad sabe que nada para el guayaquileño es gratis, y que por todo tiene que pagar? Cualquiera que haya sido su intención, ha sido para mí muy halagadora y emocionante; y esa moneda que recibí de un niño en el teatro Virgen del Soto, reposa ahora entre mis objetos más preciados”.4

La decisión de los moradores por obtener beneficios para el barrio, lentamente iba dando frutos. Vidal Leones cuenta que aprovecharon el programa “Una Escuela Por Día” que lanzó el presidente Otto Arosemena, a través de un convenio entre Ecuador y México. Por su parte, la creación de nuevas organizaciones sociales no se detenía. Doris Weatley, quien fue presidenta del comité “Seguiremos Luchando”, describe cómo fue la lucha protagonizada por las mujeres: “Los niños pasaban bastante en la calle y traté de recoger al mayor número posible de niños. Conseguí chicas que quisieran trabajar como profesoras gratuitamente, eso fue en 1966, y cedí mi casa para que ellos reciban clases. Mi casa era de caña, entonces, cuando venía el aguaje fuerte había que cargar a los niños, yo había dado la casa mía para que sea la escuela y poder ver que la comunidad empiece a surgir. Luego me llamaban: "Señora Doris, los niños van a la escuela", y me tocaba pasar a los niños, uno a uno, en medio del aguaje caminando, y así seguimos hasta lograr que nos cedieran el espacio de la escuela “Matilde Márquez de la Plata” que existe actualmente. Logramos que la presidencia nos diera el programa "Una Escuela Por Día" y a partir de ese momento, logramos por intermedio de otro compañero que ya falleció, que la imprenta La Reforma nos diera los útiles escolares, desde un simple lápiz hasta lo más sofisticado para la educación de los niños”.

La participación de las mujeres fue vital porque ellas se dedicaban a satisfacer las necesidades básicas de la comunidad, por lo cual, se entregaban de lleno al activismo social. Así lo comenta Janeth Ortiz: “Las mujeres eran las que más trabajaban porque este sector se ha caracterizado porque habían muchas madres solteras y si tenían esposos, ellos trabajaban lejos, se iban al centro y regresaban por la noche, entonces las que más trabajaban, las que estaban más prestas eran siempre las mujeres. Se podía decir que de 50 personas que iban, 40 eran mujeres”. Doris Weatley refuerza esta idea, también relacionada con el ejercicio del poder y los roles intrafamiliares: “Nos fuimos agrupando las mujeres y nos dimos cuenta de que no solamente podíamos estar en la cocina o limpiando la casa, sino que éramos parte de la comunidad. Luego, ya no esperábamos que los hombres nos dijeran: “anda, reemplázame en las reuniones”, sino que formamos nuestros propios comités. Teníamos que atender nuestra casa de todas formas, pero nos hicimos también visibles ante la sociedad, no nos quedamos rezagadas”.

Otro hito en la historia del barrio fue la coyuntura en la que Eduardo Moncayo Mármol, Alcalde de Guayaquil, estuvo retenido durante nueve horas, en 1976. Así lo cuenta Vidal Leones: “Había una organización que era OBAE (Organizaciones Barriales Asociadas del Ecuador) que agrupó a todas las organizaciones de los diferentes barrios. El Cristo del Consuelo estuvo junto a La Chala, Barrio Lindo y El Cisne. Y nos tomamos la oficina de Donaciones del Municipio y el Alcalde Moncayo Mármol estuvo nueve horas encerrado, conversando y negociando con la gente. Esa fue la lucha más importante de las organizaciones y comunidades, pues se logró que cambien las brigadas y el personal, pues estábamos en plena dictadura y pedían plata para legalizar la tierra en la oficina de Donaciones”.

En esta breve y forzosamente incompleta historia del Cristo del Consuelo, destaca el origen de la festividad religiosa que anualmente reúne a millones de fieles católicos. El 15 de abril de 1960 se realizó la primera procesión del Cristo del Consuelo y la advocación se hizo inmediatamente popular en Guayaquil porque, según dicen, ocurrió el milagro de un paralítico que se levantó y caminó. La imagen llegó al barrio en 1959, cuando el recordado padre Gerardo Villegas trajo una estampita de España y ordenó esculpirla.

El Cristo del Consuelo ha sido forjado con trabajo, sacrificio y dignidad, gracias a una organización popular y solidaridad barrial que, aún hoy, despliega su energía en pro de mejores días para una comunidad orgullosa de su historia e identidad barrial.

1 Julio Estrada Ycaza, Regionalismo y migración, Guayaquil, Publicaciones el Archivo Histórico del Guayas, 1977, p. 238.2 Ibídem, p. 235.

3 “Ayer se Efectuó el X Sorteo de Casas Ciudadela C. del Consuelo”, El Universo, Guayaquil, 26 de marzo de 1962.

4Guido Garay, Estampas de Guayaquil, Guayaquil, Publicación del Programa Editorial de la Biblioteca Municipal de Santiago de Guayaquil, 2010, p. 84.

"Los contenidos de este artículo son parte del Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica del cantón Guayaquil, desarrollado por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social".

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