Dos guayaquileños pioneros de las ciencias sociales en el Ecuador
La ciudad de Guayaquil era, a inicios del siglo XX, la capital económica del país y el principal baluarte del liberalismo político. Aquí se había instaurado una cultura secular que trascendía las clases sociales, destacando el papel de una clase media emergente que ocupaba mayores espacios de poder, debido principalmente a la capacidad de movilización que demostraron estos actores, quienes crearon agrupaciones sociales y culturales, abrieron cátedras universitarias, organizaron foros y debates, publicaron revistas y periódicos; es decir, intervinieron activamente en la esfera pública.
El pensamiento social guayaquileño se abría paso hacia su profesionalización desde visiones positivistas que están presentes, por ejemplo, en la obra sociológica de Alfredo Espinosa Tamayo y en las investigaciones históricas de Camilo Destruge Illingworth.
Eso significa que un horizonte científico, investigativo y crítico se definía en la búsqueda de referentes con la finalidad de explicar de manera ‘objetiva’ los fenómenos de la realidad social.
Una ‘vieja’ intelectualidad de origen social terrateniente y de influencia literaturizante que predominó en el siglo XIX daba paso a nuevos valores procedentes de los sectores medios, formados bajo los contenidos éticos del laicismo, quienes acogieron el discurso patriótico y nacionalista que promovía la corriente liberal.
La institucionalización de los espacios universitarios facilitaba, por su parte, la aparición de círculos letrados donde se escrutaba la realidad con la aplicación de nuevas teorías y métodos considerados ‘científicos’.
Autores locales
Entre los científicos sociales que con su actividad fundacional se sintieron cercanos al positivismo estuvo el guayaquileño Alfredo Espinosa Tamayo, sin duda el más brillante de ellos. Médico, sociólogo, pedagogo e higienista, escribió el libro Psicología y sociología del pueblo ecuatoriano (1918),1 su obra fundamental, en la que interpreta los entresijos de las identidades ecuatorianas, cuando pocos cerebros se interrogaban sobre la regionalidad, el ‘ser’ nacional y las mentalidades colectivas.
Espinosa Tamayo se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil y ejerció allí como profesor. Su esclarecido humanismo le permitió abrirse a la sociología y la psicología social, con un pensamiento reflexivo precedido por la observación de la realidad, así como indagar en el problema de la educación.2 Su magisterio universitario concitó interés entre los jóvenes estudiantes de Medicina y Jurisprudencia, carreras que ofrecía el alma máter porteña a inicios del siglo pasado.
Algunos discípulos de Espinosa Tamayo crearon revistas científicas y literarias donde escribieron artículos sobre temas sociales.
Estos jóvenes formados en el laicismo publicaron, en 1912, la Revista de la Asociación Escuela de Derecho de la Universidad de Guayaquil, con el objetivo de que “tenga un carácter exclusivamente científico, a efecto de que venga a llenar, siquiera sea modestamente, la gran laguna que en punto a esta clase de publicaciones se observa en el país”,3 lo cual constituyó un hito en la formación de la academia guayaquileña dedicada al estudio de lo social.
De hecho, la Revista de la Asociación Escuela de Derecho,4 cuya periodicidad era mensual, no solo incluía disertaciones jurídicas, sino también estudios sociológicos. En la nómina de colaboradores de ese espacio destacaban figuras que con el tiempo demostrarían su cercanía a la filosofía, a la sociología y a la antropología.
Entre los mejores artículos realizados por los estudiantes, en este período, sobresalen: Carlos Puig Vilazar, ‘La federación como forma republicana de gobierno’ (Revista de la Asociación Escuela de Derecho, N° 4, 1913); Carlos Alberto Arroyo del Río, ‘Algo sobre antropología criminal’ (RAED, N° 5, 1913); Venancio S. Larrea, ‘El estudio de la Sociología’ (RAED, N° 7, 1913) y Luis Nigón Ordóñez, ‘Una vida a través de una opinión: Coexistencia de los elementos filosófico e histórico en los Estados’ (RAED, N° 23, 1918).
Por su parte, en 1919 se empezó a publicar la Revista del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, la cual difundió trabajos intelectuales de los profesores y de los alumnos más destacados del plantel educativo. Esta revista se desplazó del perfil positivista que mantuvo en los primeros años, cuando a partir de la década del 30 los escritores del ‘Grupo de Guayaquil’, en calidad de profesores, publicaron relatos y ensayos literarios.
1. Alfredo Espinosa Tamayo, Psicología y sociología del pueblo ecuatoriano, Guayaquil, Imprenta Municipal, 1918.
2. Alfredo Espinosa Tamayo, El problema de la enseñanza en el Ecuador, Quito, Imprenta y Encuadernación Nacionales, 1916.
3. ‘Introducción’, en Revista de la Asociación Escuela de Derecho, Año I, N° 1, Guayaquil, septiembre de 1912.
4. En adelante será mencionada como RAED.
5. Jorge Pérez Concha, Camilo Destruge, Gabriel Pino Roca, Modesto Chávez Franco, etc., en La Colonia y la República. Historiadores y críticos literarios, Puebla, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Editorial J.M. Cajica Jr. S.A., 1960, p. 512.
6. Camilo Destruge, Controversia histórica sobre la iniciativa de la Independencia Americana, Guayaquil, Librería e Imprenta Gutenberg de Uzcátegui y Cía., 1909, p. 9.