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Donde Corozo está la mejor sazón esmeraldeña

Daniel Corozo empezó a cocinar en 1974. Su local, ubicado en el centro de la ciudad, ofrece comida típica.
Daniel Corozo empezó a cocinar en 1974. Su local, ubicado en el centro de la ciudad, ofrece comida típica.
Foto: Cortesía de la UIDE
25 de junio de 2016 - 00:00 - Gabriela Samaniego Rivas, estudiante de la UIDE

El olor del encocado de camarón y jaiba no solo que inunda los rincones del lugar. También sirve de guía directa para acudir a la esquina de Pedro Carbo y Roca. Ahí está ubicado el restaurante de Daniel Corozo Alarcón, más conocido como ‘Corocito’. Este esmeraldeño, de 61 años, llegó a Guayaquil desde su natal Borbón (provincia de Esmeraldas) cuando apenas tenía 15 años, jamás se imaginó que llegaría a preparar exquisitos platos típicos de su tierra. Su inicio en la gastronomía esmeraldeña fue en 1974. Hace 42 años empezó vendiendo maní en la av. 9 de Octubre. Tres años más tarde decidió preparar bollos para ofrecerlos en el Cerro del Carmen, pero donde su sazón tuvo más éxito entre peatones y oficinistas fue en Elizalde y Pichincha, donde ofrecía pescado frito, guatita y encocados en tarrina. El negocio despuntó muy bien, hasta que en 2007 decidió abrir su restaurante Corozo el Verdadero, en el centro de la urbe, para atender con mayor comodidad a sus clientes.

El lugar permanece abierto para recibir a sus comensales de lunes a sábados, de 07:30 a 15:30.

 “Aquí usted ve enternados, encorbatados, así como también clientes en pantaloneta y camiseta. Todos son bienvenidos. El cariño es el mismo, yo los atiendo igual, les sirvo a la mesa, soy amigo de todos”, asegura Corozo, quien es el  único de 10 hermanos varones que sabe cocinar. Dice con orgullo que heredó las recetas y la sazón de su madre.

Todas las tardes -después del cierre- compra el marisco y se despierta a las 02:00 a preparar la comida para que esté fresca. “Otros me ayudan a rallar el coco y el verde, pero yo pongo la sazón, porque soy el maestro de la cocina”.

A Corozo -como todo buen cocinero- no le gusta compartir sus secretos; se limita a decir que a la gente le encanta su comida porque no utiliza sazonadores artificiales, solo ingredientes naturales de Esmeraldas. Ese es su secreto. Los platos más solicitados por sus clientes  son el bollo de pescado y los encocados (de camarón y jaiba).

Don Daniel se caracteriza por su creatividad. “Lo mío es encontrar una buena sazón sin utilizar productos artificiales. Eso hace agradable todo lo que preparo. Y eso lo reconocen mis clientes”.

Diversidad de platos

En la hueca, como es conocido el lugar, también se ofrecen el tapao normal y el tapao arrecho, entre otras opciones. Por su calidad, esta fue una de las 30 huecas que participaron en la Feria Gastronómica Internacional Raíces, lo cual le significó el aumento de sus clientes.

La especialidad de su local es el bollo de pescado y de camarón, encocado de camarón, cangrejo, pescado y jaiba. También ofrece otras delicias, como el cangrejo azul, típico plato esmeraldeño.

Corozo tiene 6 hijos -4 mujeres y 2 varones- a quienes con orgullo ha podido sacar adelante ‘quemándose las manos’ como él asegura. Cuenta que cuando llegó a Guayaquil, si bien la vida se le hizo dura, nunca perdió la esperanza de tener un buen porvenir.

“Yo soy un hombre trabajador y jamás me amilano por circunstancias adversas. Desde que llegué supe que algo tenía que hacer para salir adelante”.

Cada vez que Corozo cocina, a más de tararear las notas de una salsa, recuerda a su ‘Mama Juana”, quien alguna vez le enseñó la sazón de sus delicias. El jugo de coco incorporado con los mariscos o las presas puestas al fogón es uno de los secretos que cuenta a medias y que al final terminan siendo manjares para los paladares.

A más de servir comida fresca, sus precios son cómodos para cualquier bolsillo. Los platos pueden costar de 3 a 5 dólares.

La gran concurrencia en el lugar genera que su dueño se invente nuevos  platos. “Lo que no pega, lo descarto. La idea es mostrar nuestra riqueza gastronómica a todo el que llegue a mi local”.

El plato estrella, al igual que hace 30 años, sigue siendo el bollo de pescado, que cuesta $ 2,50 servido con arroz. Al parecer, la mezcla de la buena salsa, el carisma de Corozo y el sabor de su comida hace a los clientes más felices.

Gabriel Morán, de 50 años,  afirma que lleva más de 15 años deleitándose de los mejores platos del esmeraldeño. “Me gusta mucho la sazón y, sobre todo, los precios. Son accesibles al bolsillo”.

Es así que grandes y pequeños disfrutan de la mejor comida esmeraldeña, mientras que las notas de una canción del grupo Guayacán se mezclan en cada mordisco. El puerto ofrece manjares para todos los gustos. (I)

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