Derechos de los peatones son vulnerados en la urbe
David González, el pasado fin de semana, caminó en el sector comercial la Bahía, junto con su esposa, en busca de un uniforme para su hija. Ella usó zapatos de tacón mediano porque, tras esa diligencia, asistiría a un evento en el Centro Cultural Simón Bolívar.
Pero al llegar a Ayacucho y Chimborazo, se encontró que la acera estaba destruida porque el Municipio de Guayaquil realiza obras de regeneración urbana. Ambos no tuvieron más opción que caminar por encima de las piedras, lo que causó que la mujer se tropezara y lesionara el pie derecho. “Solo tenían que poner algún letrero o tabla. ¡Qué pretenden!, ¿qué caminemos por la calle?”, se quejó él.
El Cabildo realiza obras en las calles del norte y centro, como Panamá, Ayacucho, Los Ríos, Luis Plaza Dañín, Víctor Emilio Estrada, etc.
En los sitios citados, algunos moradores y propietarios de negocios han improvisado tablones para evitar transitar sobre caminos pedregosos. Sin embargo, existen tramos donde los peatones tienen dos opciones: caminar por las veredas destruidas o en plena vía.
Esto ocurre a pesar de que el artículo 198 de la Ley de Tránsito obliga, como derechos de los peatones, que las vías públicas estén libres de obstáculos.
José Gómez, ingeniero civil con experiencia en obras públicas, explicó que dentro de las estipulaciones de los contratos que las constructoras adquieren con entidades gubernamentales, sea Estado o Municipio, se especifica claramente el cumplimiento de normas de seguridad para mitigar las molestias que ocasionan las obras viales dentro del perímetro urbano.
Asimismo, en el artículo 48 de la Ordenanza del Uso y Espacio de la Vía Pública reza que el responsable técnico de las obras que afecte la acera debe construir pasadizos cubiertos, para evitar peligros a los peatones y conflictos con el tránsito vehicular. “El espacio libre para la circulación peatonal deberá tener, como mínimo, un metro de ancho por dos metros cincuenta centímetros de alto; y será construido con materiales en buen estado y debidamente ubicado en el sector correspondiente a la acera”.
Para Gómez, inevitablemente hay afectación a choferes y peatones cuando se intervienen las aceras, pero es una obligación con los ciudadanos que transitan a pie ofrecer alternativas para optimizar la circulación.
Entre esas opciones se encuentra la instalación de pequeños puentes de madera con pasamanos o tablones, como ocurre en la calle Rumichaca. No obstante, aquella medida preventiva no se da en las labores de la avenida Luis Plaza Dañín, entre la avenida de las Américas y Francisco de Orellana.
En el sitio señalado, el paso peatonal que está al pie del asilo hogar San José, donde se cuida a personas de la tercera edad, tiene escalinatas sobre tierra y piedras, una situación que afecta, además de la entidad geriátrica, a negocios de la ciudadela Albatros.
Carlos Pilataxi, quien labora en un centro de repuestos automotrices, manifestó que la rotura de las aceras, aunque no afecta al ingreso de vehículos, causa molestias por el polvo que se levanta. “Nos toca esperar que no se demoren con la obra... uno comprende eso del progreso y la regeneración urbana, pero mientras menos nos afecten las obras, mejor”.
Aunque los peatones, en el sector, por necesidad prefieren lidiar con las piedras, porque la Luis Plaza Dañín tiene un alto flujo vehicular, especialmente en horas pico.
Al respecto, el artículo 162 del reglamento de la Ley de Tránsito señala que las calzadas son para uso exclusivo de los vehículos. Pero, excepcionalmente, “podrán ser usadas por los peatones cuando los sitios destinados para su circulación se encuentren obstruidos”.
La misma normativa de tránsito, que se aplica en el país, garantiza el derecho de los peatones a transitar por las aceras en el artículo 198, en 6 de los 7 incisos.