De Progreso, solo el nombre
Gabriel Garzón, oriundo de Guayaquil, pasó esta semana, “a los años”, por Progreso, lugar que hasta diciembre de 2006 era ruta obligada para los turistas que se dirigían a los balnearios de la provincia de Santa Elena.
En ese año, el entonces prefecto Nicolás Lapentti y el presidente Alfredo Palacio inauguraron una nueva vía que ahorra casi media hora de viaje, algo que Garzón vio como pertinente por el traslado de sus productos (ropa y calzado) entre Guayaquil y La Libertad.
La mayoría de cooperativas que cubren el transporte entre Guayaquil, Salinas y Playas optaron por utilizar la nueva carretera, por el ahorro de tiempo y combustible que representa.
Solo dos líneas de buses intercantonales (Villamil y Posorja) pasan por Progreso, transportando a los turistas que se dirigen y retornan de Playas. Una cooperativa más (Liberpesa) hace una parada para quienes se trasladan a Guayaquil desde la provincia de Santa Elena.
Progreso, cuyo nombre no guarda relación con su realidad actual, quedó relegada al extremo sur de la vía y al olvido. Con la nueva obra, según los habitantes del lugar, se agravó el declive del desarrollo local.
Actualmente la parroquia rural, donde los historiadores presumen que se asentó la cultura Huancavilca, ha perdido el 80% del principal sustento de las familias del lugar: el comercio. “Ahora me dirijo a Playas y recién veo cómo quedó esto (Progreso)... es triste ver tantos locales cerrados”, lamentó Garzón.
Unos pocos comerciantes permanecen sentados diariamente en el parque central parroquial, ubicado a pocos metros de una delegación de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), esperando a los buses para ofrecer alimentos y bebidas a los pasajeros.
Feliciano Yagual, nacido en Progreso, tiene 51 años y es uno de los 120 comerciantes autónomos del lugar. En total son 400 las personas que se dedican a la venta de varios productos, mayoritariamente en locales o puestos que ofrecen comida.
Yagual, quien vende frituras, consideró que la situación para la mayoría de comerciantes está difícil porque los vehículos livianos no pasan “ni de chiste” por el lugar. Aquello es visible... de no ser por las líneas de buses, y uno que otro vehículo de los parroquianos, las pocas calles adoquinadas y asfaltadas del sitio lucirían desoladas.
Casi un centenar de personas decidió probar suerte en la nueva vía a Salinas cuando se percibieron las ventas bajas en 2007 pero, según Yagual, “la regulación no alcanzó para todos”.
La Subsecretaría de Obras Públicas dispuso en 2009 el cierre de la mayoría de puestos debido a que estaban contraviniendo la Ley de Caminos al no mantener una distancia prudente con el tránsito en la carretera. “Vinieron e hicieron un regalo de 3 metros por cada persona para compensar, pero eso solo alcanzó para 20 comerciantes”, dijo Yagual.
Los parroquianos que habitan la cabecera del sector no tienen mayores problemas en cuanto a cobertura de servicios básicos y calles pavimentadas. Sin embargo, los recintos San Lorenzo del Mate, Bajada del Progreso Caimito, Mamey, San Isidro y San Cristóbal, pertenecientes a Progreso, no reciben tantos beneficios de la obra del Municipio de Guayaquil.
A esto se suma que existe un deficiente manejo de aguas residuales, las que terminan en un pequeño río local generando malos olores. Nilo Mite es propietario de lo que él considera “la única tercena grande” del lugar, desde hace 8 años, cuando decidió instalar su negocio en la parroquia.
Los productos que comercia los trae desde su natal Playas, porque en la parroquia rural “no se produce casi nada”.
Lo más cercano a las actividades agropecuarias está ubicado a 9 km de la cabecera parroquial, en los alrededores del canal Daule-Peripa, y “solo unos pocos comuneros de San Lorenzo del Mate salen beneficiados”, según Mite.
Mientras tanto, algunos moradores y propietarios de locales de comida se dedican a la cría de chancho, chivos y aves de corral, los cuales utilizan para preparar los alimentos que ofrecen a los turistas. Los progresenses, para mitigar el impacto comercial de la vía Guayaquil-Salinas, solicitan una nueva entrada principal a la parroquia.
Francisco Anastacio, docente en un plantel local, comentó que en octubre de 2011 el Ministerio de Obras Públicas demolió un redondel que si bien agilizó el tráfico de la carretera, restó interés de los turistas por ingresar a Progreso.
“Sugerimos que para incentivar el comercio se construya un paso deprimido a la altura del colegio Pablo Weber”, dijo Anastacio.
Sostiene, además, que los comuneros tienen aptitudes para atender a los visitantes y que para ello requieren capacitación de las autoridades e inversión privada.
La Junta Parroquial, por su parte, gestiona proyectos para transformar el lugar en un destino turístico. Artemio Llandán, presidente de la Junta, informó que hace poco la iglesia local (San José de Amén) fue incluida en la lista del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.
“Con este incentivo estamos proyectando levantar un paradero turístico en el sector de El Manantial”, afirmó Llandán.
El sitio, que se encuentra a pocos kilómetros del barrio San José, cuenta con vertientes naturales que antiguamente abastecían de agua a los parroquianos.
Además, existe un volcán de lodo similar al de los baños termales de San Vicente... aunque todo ese atractivo natural yace, de momento, entre el monte y la maleza. Las últimas obras del Municipio de Guayaquil en Progreso incluyeron el arreglo del parque central y dotación de luminarias para un pequeño estadio.
Para agosto de este año se prevé el inicio de obras para la construcción de una nueva red domiciliaria de alcantarillado para toda la cabecera parroquial.